miércoles, 2 de febrero de 2011

Vertige (High Lane)

Valoración: 6/10

Miedo a las alturas

En los últimos años Francia ha sabido hacerse un hueco en el panorama internacional del terror gracias a films como la principiadora Haute tension, Frontière(s), À l'intérieur o Martyrs. Pero, ante todo, nuestros vecinos son herederos de una conciencia fílmica propia que no termina de venderse a la comercialidad. Ciertamente, el nuevo cine de género francés ha sabido trasladar a su terreno muchos de los principios del denominado New French Extremism, en ocasiones subvirtiendo sus temáticas e intenciones. No cabe duda de que, cinematográficamente hablando, también podemos situar a Abel Ferry junto a otros directores como Alexandre Aja, Xavier Gens o Pascal Laugier, aunque en este caso no haya ni un ápice de transgresión en su trabajo.

Como tantas otras películas de terror, Vertige comienza con el viaje de un grupo de amigos a la indómita naturaleza, en este caso las montañas de Croacia. Los elementos para el drama están ahí, desde el montañero experimentado traicionado por un exceso de confianza hasta el primerizo aquejado de vértigo. Por si esto fuera poco, las relaciones personales entre ellos también tienen su repercusión en el ascenso. Desde un primer momento, se masca la tragedia. Pero las vías muertas, el aislamiento y el agotamiento físico se convertirán en la menor de sus preocupaciones cuando descubran que alguien más está con ellos en la montaña. Y no precisamente para disfrutar del paisaje…

Vertige es una película ciertamente engañosa si tenemos en cuenta que el director ha decidido dividirla en dos partes abruptamente dispares. Casi parece que sean dos films independientes, rodados incluso en entornos geográficos completamente desubicados entre sí. Lo que prometía ser una trepidante película de aventuras se transforma de golpe y porrazo en un slasher carente de interés. El resultado es una historia va de más a menos, un defecto que no sabemos bien si hay que achacárselo al guión de Johanne Bernard y Louis-Paul Desanges o más bien al afán de los productores por subirse al lucrativo carro del slasher con acento galo. Y es que a Vertige le puede su condición de film de encargo.

La innegable pericia acrobática de Ferry tras las cámaras y la fotografía paisajística de Nicolas Massart consiguen recrear maravillosamente la sensación de vértigo en esos planos cenitales sobre el abismo. Son precisamente todas esas escenas de escalada al más puro estilo Máximo riesgo lo mejor de la película, alcanzando su punto álgido con la de la pasarela derrumbándose. Desgraciadamente, la segunda mitad del film recurre una y otra vez a los tópicos del género: Cacerías humanas en la oscuridad, cepos que se cierran, una guarida que bien podría estar situada en Texas… Apenas un punto de originalidad y tensión en el momento en que la víctima va iluminando al asesino con el flash de la cámara de fotos.

Vertige presenta correctamente a sus personajes pero no termina de explotarlos del todo en sus digresiones hacia el drama. Además de forzada, la historia de la enfermera no aporta absolutamente nada a la trama, cómo tampoco lo hace la presencia de un villano de cartón-piedra. Eso no quita para reseñar la buena labor de unos intérpretes que cumplen a la perfección, en especial la actriz Fanny Valette y su compañero Johan Libérau.

Haciendo balance, uno se queda con la sensación de que hay mucho talento sin explotar en ésta película. Son demasiadas las referencias a Wrong Turn, Deliverance y The Descent, demasiados antecedentes evidentes para convertir lo que podría haber sido un thriller de aventuras diferente en el enésimo survival de temporada. Es una lástima, porque durante muchos momentos el director sabe recrear la tensión de las alturas y rodar sus escenas de acción con la fuerza que caracteriza al nuevo cine de género francés. La película de Abel Ferry no deja de ser un slasher sólido y bien realizado dentro de las reglas del género pero, al igual que los protagonistas del film, su opera prima se queda colgando en la cuerda floja.
Keichi

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