miércoles, 2 de febrero de 2011

Mutants

Valoración: 6/10

Entre el amor y la sangre

Solo el paso del tiempo ha evidenciado la increíble impronta que una película como 28 días después ha tenido dentro del género de los muertos vivientes, hasta el punto de redefinirlo por completo. Los infectados -que no zombies- de Danny Boyle demostraron que las creaciones de Romero se habían convertido en seres icónicos atrapados en la lentitud de su carrera evolutiva y debían ser sustituidas por otras mucho más veloces, algo que apuntaron trabajos como REC o el propio remake de El amanecer de los muertos. Nuestros vecinos franceses, cuyo fantástico atraviesa un momento fructífero, no podían ser menos.

Después de interesarse por los zombies en su cortometraje Morsure, el primer largo de David Morlet tiene lugar en un mundo devastado por un virus que convierte a los humanos en criaturas sedientas de sangre. La pareja formada por Marco (Francis Renaud) y Sonia (Hélène de Fougerolles) trata de abrirse camino hacia las montañas en busca de una organización militar que les acoja. Tras un desafortunado encuentro en una gasolinera Marco resulta herido e infectado y su mujer decide atenderlo en un enorme edificio en mitad de la nieve.

No parece casual que Mutants remita por momentos al Overlook de El resplandor, sustituyendo de paso homenaje por despiste: Un elemento juega claramente en su contra y es la sensación de haberla visto antes. El género del survival apocalíptico con zombies-infectados se nutre siempre los mismos elementos; por supuesto el coqueteo con el drama y el dilema moral de acabar con el ser amado ante su degeneración -que en esta película tiene visos de diálogo mayor- pero sobre todo el entorno desierto, la ausencia de explicaciones o la aparición de esos otros supervivientes armados que son casi peores que los mutantes en sus intenciones.

La película tiene su mejor baza en ese amor sin esperanza con ecos al de La Mosca que une a los dos protagonistas, sobre todo gracias al trabajo de sus sufridos intérpretes. Por eso sorprende que a media película el guión opte por introducir nuevos personajes, derivando en un film de acción carente de contenido. El cameo del boxeador Dida Diafat ya nos pone sobre aviso. Como si el director se hubiera metido un chute de adrenalina, el silencio deja paso a una carga de mutantes al rescate, un gore nada desdeñable sobre el que sobrevuela ese monstruo protector opuesto al villano y a su amante sacrificada. Es un falso climax que el film requiere pero que repercute en la credibilidad de la historia para regresar al drama en un final sobrecogedor y ambiguo.

Ya es una constante que el cine de género que produce Francia esté dotado de una tremenda fuerza pero Mutants sorprende doblemente en este sentido por su condición de ópera prima. Vaya ante todo el reconocimiento al impresionante trabajo realizado por el equipo del film, comenzando por una fantástica labor de maquillaje y terminando por la impresionante fotografía de Nicolas Massart -otro de los artífices de Vertige junto al co-guionista, Louis-Paul Desanges- que tiñe de un frío azul toda la película. Además de ser muy personal, la estética del film está trabajadísima, aunque por momentos sea un descarado ejercicio de estilo.

David Morlet no ha conseguido escapar a los precedentes que inspiran su película pero si desmarcarse con un trabajo oscuro, glacial y opresivo, maravillosamente rodado y que aporta algunas ideas interesantes. Ahora que el género de los infectados se ha vuelto a poner de moda, alguien debiera superar el punto intermedio entre la lacrimogenia y el desparpajo pirotécnico habituales en este tipo de producciones, un sendero en el que Mutants no anda del todo descaminada aunque no termina de compensar la balanza de sus temáticas. En cualquier caso, un debut muy prometedor para esta Nouvelle Horreur Vague.
 Keichi

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