miércoles, 2 de febrero de 2011

The House of the Devil

Valoración: 4/10

La casa de las mil puertas

Para un director nacido hace treinta años como Ti West (The Roost, Cabin Fever 2) las referencias al cine de terror son casi una imposición. Quizás por eso en su nuevo trabajo volvemos a los años ochenta de la mano de Samantha, una universitaria que necesita desesperadamente algo de dinero. La solución se la ofrece un excéntrico anciano en busca de niñera, un trabajo muy bien pagado siempre que uno esté dispuesto a pasar la noche en una solitaria casa en mitad del bosque. Si a alguien le suena haber visto una película con una sinopsis similar, probablemente almacenada en un VHS en el fondo del armario, no va en absoluto desencaminado.

En efecto, House of the Devil nace con la clara intención de recuperar el espíritu del cine de terror de finales de los setenta y comienzos de los ochenta, época dorada del slasher. Es un homenaje al género tanto en la temática como en los recursos técnicos empleados, con esos créditos iniciales amarillos, los zooms y las imágenes congeladas o el uso constante de la 16 mm. Una recreación al detalle acompañada también de un estupendo trabajo a nivel de fotografía y ambientación -walkman incluido- para dotar al conjunto de un aire retro, una aspiración muy de moda en las producciones de género que han practicado directores como Rob Zombie.

Pero si poco se le puede objetar a la película en cuanto a su estética, no se puede decir lo mismo del guión. Y es que, tras una interminable introducción, una vez muerta la amiga protectora, la historia parece quedarse sin nada que contarnos. Literalmente. Como si de un descarado relleno se tratase, nos enfrentamos a una hora de tedio en la que Samantha bebe un poco de agua, llama a su amiga, pide una pizza, vuelve a llamar a su amiga, da un paseo por la casa, toca el piano, come una chocolatina, ve la tele, echa una partida de billar, abre puertas, va al baño, se sienta, se levanta...

Esta dilatada anticipación en la que todo el mundo -menos la pánfila protagonista- sabe que en la casa pasa algo extraño es tan excesiva que consigue sacar de la historia al espectador más paciente. Aunque el film genera una atmósfera cada vez más angustiosa, cuando la protagonista se rinde -efectivamente, la pizza estaba mala-, llega el eclipse y se produce el esperado ritual, lo que vemos en pantalla da más risa que otra cosa. Dentro del homenaje al género resultan comprensibles esos sectarios que casi ni se esfuerzan en esconder su condición, pero no su inexplicable ineptitud a la hora de llevar a cabo su plan. Y lo que es más grave, tampoco el tratamiento del baño de sangre final, completamente ajeno al contexto histórico-fílmico de la película.

Sobrelleva la carga protagonista una joven, guapa y solvente Jocelin Donahue, acompañada por dos actores emblemáticos del terror ochentero como son Tom Noonan -el inolvidable Frankenstein de Una pandilla alucinante- y Mary Woronov, sin olvidarnos del cameo de Dee Wallace Stone como la casera de Samantha. Una elección de casting cargada de homenaje que más de un horror fan moderno pasará por alto. Completan el reparto Greta Gerwig y AJ Bowen. Destaca la banda sonora del compositor Jeff Grace por su sutileza en el recuerdo a los clásicos.

Resulta comprensible que la propuesta de Ti West haya levantado pasiones encontradas entre los aficionados si tenemos en cuenta los trucos emocionales con los que juega. No obstante, a pesar de su intachable puesta en escena, House of the Devil es una película insalvable por el sopor de su desarrollo que deja una inquietante pregunta en el aire. ¿Eran aquellas viejas películas tan aburridas? La respuesta es evidente. Comparar este film con los de Carpenter, Polanski o Hooper es casi una herejía pero no hace falta llegar tan lejos. Puede que la inmensa mayoría del terror de entonces fuera un producto mediocre pero desde luego no alimentaba el bostezo. ¡Ay! La memoria, esa maldita traidora…
Keichi

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