Ochate, que se cree que en euskara antiguo signifique "puerta del frío", se encuentra a unos quince kilómetros al sur de Vitoria, en el Condado de Treviño.
En la actualidad está deshabitado, y lo único que ha sobrevivido al paso del tiempo han sido el torreón, cuatro casa medio derruidas, y las tres paredes de lo que fue la antigua ermita de Burgondo.
En 1750, Ochate albergaba a seis personas. Hasta el siglo XIX, el pueblo fue creciendo hasta convertirse en uno de los lugares más poblados de toda la comarca. Ése fue el momento cumbre de Ochate, ya que a partir de entonces, la población comenzó a descender debido a las distintas epidemias que azotaron el lugar. Primero fue la viruela en 1860, luego el tifus en 1864, y por último el cólera, quien acabó con todos los habitantes en el año 1870, dejando el pueblo sin vida. Según dicen las crónicas, el cementerio no dio abasto, por lo que se decidió enterrar a todos los cadáveres en la vaguada que forma el centro del pueblo.
Desde 1868, dos años antes de finalizase la última epidemia, se sucedieron desapariciones de personas, de pastores que paseaban cerca de las ruinas de Ochate, otros aparecían carbonizados misteriosamente.
Este pueblo, es un pueblo muerto y olvidado, que todo el mundo quiso ver en 1981 porque se había fotografiado un ovni y fue entonces cuando se empezaron a descubrir sorprendentes historias sobre él. Se convirtió, por decirlo de algún modo, en una autentica "fiesta", porque un trabajador de una caja de ahorros, mientras paseaba por las inmediaciones de Aguillo (pueblo cercano a Ochate), divisó una luz que provenía de Ochate, haciéndole una foto.
En 1986, un empresario que fue a investigar con unos amigos, se alejó por un momento del grupo, escucho con total claridad como unas pisadas se iban cerrando alrededor suyo hasta que notó como una mano invisible se le posaba encima del hombro. Es el fiel reflejo de lo misterioso y lo paranormal dentro de las leyendas de "los pueblos malditos y mágicos".
En 1987 y por primera vez , una persona llamada Luis Gómez, escuchó unos bramidos que le aterrorizaron. Las psicofonias también fueron grabadas por los investigadores del programa "Otra Dimensión".
En este mismo año 1987, un investigador, Alberto Fernández, se suicidó en Ochate, dentro de su coche. Caso extraño, porque para este hombre Ochate lo era todo y decidió suicidarse, y un mes después, compañeros suyo, también investigadores, escucharon lamentos en el cobertizo, se asomaron por la puerta y vieron una figura humana con una característica barba y nariz aguileña como la de Alberto, según aseguraron.
Hoy en día, lo más representativo es el pináculo de la ermita, muy conocido, donde se realizan psicofonias, en las cuales algunas de ellas se puede llegar a oír a una mujer decir "¿Que hace aún esa puerta cerrada?" o una niña diciendo "Basta ya".
May
May
Dios, qué miedo me dan estas cosas... lo cierto es que no sé si soy o no creyente en estos asuntos, pero canguelo sí que me provocan, o sea que...
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