Valoración: 6/10
Mujeres y hombres y viceversa
De un tiempo a esta parte el género de los muertos vivientes atraviesa un momento de gloria, sobre todo enfocado al campo de la comedia gamberra. Zombies Party fue la precursora del movimiento y le siguieron muchas otras como Zombieland, Undead or Alive, Wasting Away, Zombie Strippers, Dead Snow o esta Doghouse que ahora nos ocupa y que también tiene el honor de ser británica. Su director, Jake West, pasó por San Sebastián hace ya unos cuantos años con Evil Aliens, una de las producciones más casposas -y no son pocas- que se hayan podido ver en la Semana de Cine Fantástico y de Terror. Para su regreso ha subido considerablemente de nivel.
Buscando levantar el ánimo a Vince después de su divorcio, su cuadrilla decide llevárselo de viaje a un pueblo conocido por la proliferación de sus mujeres. Evidentemente, de saber que hay suelto un virus que las transforma en zombies con ganas de devorar -literalmente- a todo hombre que se cruce en su camino, se lo hubieran pensado dos veces. Monstruos aparte, es un punto de partida calcado al de Lesbian Vampire Killers, con la que ha sido comparada una y otra vez por todos los medios especializados, aunque si se analiza con calma quizás la comparativa no tenga demasiado sentido.
Doghouse comienza con una delirante y magnífica presentación de personajes que personifican los peores defectos del arquetipo de hombre orgulloso de serlo, machista, inmaduro, borracho, sucio y más salido que el pico de una plancha. Si decimos que además son británicos ya nos podemos hacer una idea de los clichés con los que juega la película. En efecto, en todo momento se hace referencia a una guerra de sexos no encubierta, aunque no va más allá de soltar alguna que otra perlita en forma de chiste misógino que arrancará más o menos carcajadas al público masculino, aunque con tanto soplagaitas suelto seguro que habrá quien considere que la película hace apología de la violencia de género.
En esta ocasión West ha contado con un presupuesto nada desdeñable. Aunque quizás una historia como esta hubiera requerido una fotografía algo más cálida, se nota en un buen tratamiento de la imagen pero sobre todo en los excelentes efectos especiales. La variedad y originalidad de los zombies -la novia, la peluquera, la dentista... todas ellas ligeras de ropa- hacen de cada uno de ellos un personaje más, dejando atrás la idea de la masa impersonal a la que nos ha acostumbrado el género. Además, estos también se caracterizan por utilizar armas, desde unas tijeras hasta una espada. Con estos elementos de atrezzo tampoco podía descuidar el director el gore, por momentos pringoso y delirante hasta el extremo pero siempre inofensivo.
En el plano actoral tenemos un elenco de intérpretes bastante reconocible que da lo mejor de si mismo. Danny Dyer (Severance), Stephen Graham (Snatch: Cerdos y diamantes), Keith-Lee Castle, Lee Ingleby y compañía son puro carisma y es por ellos por los que la película funciona pero no lo suficiente para que nos afecte la muerte de algunos de ellos, estirando demasiado la resolución de la historia. La aparición de Emily Booth (Evil Aliens) es un simpático guiño. Por lo demás, nos encontramos con todos los tópicos de la serie B y el comic, visita a una tienda para frikis con ecos al terror teenager de los ochenta incluida. De manual.
Doghouse es otra comedia gamberra de terror. Ni más ni menos. Es una pena que el mensaje que se intuye -y hasta se trata- detrás se quede solamente en una referencia, porque se le podía haber sacado muchísimo más juego. Hay mucha mala baba de por medio, aunque en el fondo el humor sea de patio de colegio. Así lo da a entender el final, demostrando que los hooligans protagonistas son tontos del culo y han tenido la fiesta que deseaban. La película es igual, sin fondo. Entendida pues como un divertimento fast food, se ve rápido y se disfruta bastante para pasar inmediatamente al olvido cinéfilo. Aunque el trabajo de Jake West está bastante por encima de la media de este tipo de propuestas, no es tan fresco como parece.
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