Valoración: 6/10
El timo de la numerología
Aunque todavía sea demasiado pronto como para disfrutarlo plenamente, los grandes estudios americanos han descubierto que el cine de animación no solo vende, sino que también puede servir para contar historias adultas, algo que los japoneses ya sabían desde hace tiempo. Con todo, fuera de las producciones independientes y el mundo del cortometraje apenas hay hueco para experimentos, sobre todo si se tiene en cuenta el elevado coste que generalmente supone un largometraje animado. Dicho de otro modo, resulta muy complicado desmarcarse del camino fijado por las rentables creaciones tridimensionales de Pixar y Dreamworks.
El animador Shane Acker ha encontrado ese necesario respaldo económico de la mano de dos monstruos como Tim Burton y Timur Bekmambetov y lo ha utilizado para presentar su alternativa. Acker ya había atraído la atención de todos hace unos años con aquel cortometraje homónimo que protagonizaban unos muñecos de trapo perdidos en un futuro apocalíptico en el que la raza humana había sucumbido al poder de las máquinas. En esencia, Número 9 es la versión alargada de aquel trabajo mudo que optó al Oscar en el año 2005. Y lo cierto es que por momentos la sombra de aquella maravilla animada se hace demasiado pesada.
Aunque a estas alturas ya es difícil sorprender, el acabado técnico del film es impecable. Ante todo, la película entra por los ojos. A pesar de estar un paso por detrás de las intocables, nada tiene que envidiarles en lo que al apartado artístico se refiere. Rescatando la belleza entre las ruinas y el óxido, Número 9 recrea un mundo a medio camino entre las distopías de Terminator/Matrix Revolutions y una ficción histórica moderna. No es de extrañar que Acker se inspirara en las ciudades arrasadas por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial para ambientar el desalentador futuro de su cortometraje, aunque también hay aquí unas buenas dosis de Steampunk y videojuegos, una influencia recíproca si se piensa en los Sackboys de LittleBigPlanet.
Pero si poco puede reprochársele a Número 9 en lo visual, no podemos decir lo mismo de su historia. El poco trabajado guión de Pamela Pettler (La novia cadáver) cede demasiado a las coreografiadas y espectaculares escenas de acción. Aunque muchos hayan querido buscar una simbología mística en cada número, lo cierto es que detrás de los estereotipados personajes no se intuye absolutamente nada. A Square Pictures ya le salió el tiro por la culata cuando decidió jugar al new-age de piruleta en la malograda Final Fantasy: La fuerza interior. Número 9 va por el mismo camino. No hay profundidad alguna y el resultado es una película de acción que por momentos aburre, mal mayor si se tiene en cuenta que apenas dura ochenta minutos.
Como viene siendo habitual en las grandes producciones animadas, las voces de los protagonistas corren a cargo de actores de renombre, destacando en este caso las de Elijah Wood, John C. Reilly, Jennifer Conelly, Martin Landau y Christopher Plummer. Se nota el presupuesto y los padrinos. Aunque tire una y otra vez de los mismos recursos, nada desdeñable es la banda sonora del incombustible Danny Elfman -clara aportación de Burton al proyecto- y su emergente pupila Deborah Lurie, acompañada por un tema de Coheed and Cambria en los títulos de crédito.
Justificado en parte por su condición de ópera prima, el análisis del conjunto es evidente: Shane Acker no es ni mucho menos John Lasseter o Brad Bird, ni siquiera Henry Selick. No obstante, Número 9 es un muy digno film de animación. Es una lástima que la historia que nos cuenta se haya quedado a las puertas de ser más de lo que es, quien sabe si lastrada por las exigencias de sus todopoderosos productores. Analizándola con detenimiento, sobreponiéndose a su poderosa estética y su vibrante vaivén de montaña rusa, uno se da cuenta de que a la película le falta precisamente aquello de lo que alardean sus protagonistas: Un alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario