Valoración: 9/10
El muy galardonado director Michael Haneke (“La Cinta
Blanca”, “Funny Games”…etc) cambia de estilo e historia dando un intimista giro
para rodar un nuevo acierto titulado “Amor” (Amour). Su película se alzó con la
palma de oro en Cannes, así como recibió el premio Fipresci durante la 60
Edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre otros
reconocimientos.
“Amour” nos acerca al día a día de un matrimonio de la tercera edad, su complicidad, sus actos de cariño, sus disputas… su vida, su amor. Pero la senectud no tarda en cobrarse su precio, la enfermedad atenaza a la mujer, y una sombra oscurece toda su pacífica existencia poniéndolos a prueba.
“Amour” introduce al espectador de la mano en la
intimidad de la vida del matrimonio protagonista. Los planos fijos, la
inteligente ubicación de la cámara y consiguiente perspectiva del espectador,
transforma a la audiencia en observadora de todo cuanto acontece entre los
muros del conyugal domicilio, la hace voyeur de lo más íntimo, el amor, la
enfermedad, la muerte… y todo ello realizado con una veracidad, un nivel de
verosimilitud inusitado en el cine que conecta directamente con lo más profundo
del espectador, no sólo en su emoción sino en lo visceral, consiguiendo una
catarsis que hace al público abandonar la sala con un considerable nudo en el
estómago, y eso, tiene mérito, mucho mérito.
Nada de esto sería posible si bajo el perfecto despliegue
técnico no hubiera unas interpretaciones magistrales que rubriquen tanta verdad
como desprende esta película. En “Amour” el trabajo de sus dos protagonistas es
titánico, Jean-Louis Trintignant (“Tres colores:Rojo”), borda el retrato de un
marido amante y sufriente, y Emmanuelle Riva (“El skylab”, “Mi hijo”) elabora
una de las interpretaciones más sobrecogedoras y veraces que he podido ver jamás
en pantalla encarnando a la mujer presa de la enfermedad, despidiéndose
de la conciencia, la realidad, del amor y la existencia. Impresionantes los
dos, cercanos, reales, dos actuaciones que junto a la labor del director
engarzando todas las piezas no invitan a otra cosa que al respeto y admiración
por crear una obra tan impactante partiendo de los elementos, emociones y
miedos más básicos y cotidianos.
Es con todo ello, “Amour”, una película que si bien
resulta lenta, lentísima, en su desarrollo, merece la pena visitar aunque sea
una vez. Un trozo de gran cine, un pedazo de vida real atrapado en celuloide
que hace sonreír, aterroriza y sacude cada fibra de emoción. Una película no
para todos los gustos, pero de innegable calidad, Haneke firma una obra
imprescindible.
-Enoch-
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