Valoración: 6/10
El afamado
director Barry Levinson (“Esfera”, “Sleepers”, “Bugsy”, “Rain Man”…etc),
utilizando el guión de Michael Wallach, y uniéndose a los productores de “Paranormal
Activity” e “Insidious”, se suma al fenómeno del falso documental con esta película
de terror ecológico creando una producción que le ha permitido colarse dentro
de la sección Zabaltegi Especiales del Festival Internacional de Cine de San
Sebastián.
La película
nos cuenta cómo una pacífica ciudad residencial a orillas de un gran lago ve
sus aguas infectadas por un parásito que no tardará en hacerse letal para la
población. Durante la festividad local, el horror infectará rápidamente a sus
habitantes acabando masivamente con sus vidas. La lucha por la supervivencia,
por la búsqueda del origen del problema, su erradicación y la necesidad de
secreto serán los hilos conductores de una trepidante historia.
Levinson
toma varios puntos de vista para contarnos la historia, por un lado, una periodista
que se encontraba cubriendo las fiestas, por otro, un grupo de investigadores
que previamente al estallido, trabajaban sobre las anomalías halladas en el
lago, y en último lugar, la perspectiva de varias de las víctimas y sus
personales historias.
Este
caleidoscopio narrativo permite al espectador ahondar en la tragedia desde
distintos ángulos y genera un todo muy conseguido. Analiza con ello lo científico,
lo humano, subraya los intereses económicos frente a la seguridad de la población,
denuncia el secretismo sobre los ataques a la naturaleza y con su sangrienta
puesta en escena trata de subrayar el peligro de jugar con fuerzas que superan
el humano poder.
Webcams, cámaras
digitales, de seguridad, teléfonos móviles… todo recurso técnico es utilizado y
reciclado para el montaje de la revisión de la tragedia, la denuncia de lo
acontecido en una bahía pesa de la masacre colectiva. El director sabe conjugar
sin cansar ni marear retinas todos estos materiales de origen de una forma técnicamente
superior a la vista en películas del mismo estilo aunque con una narrativa
similar.
Amena, trepidante,
entretenida y sin escatimar sangre y vísceras… Barry Levinson rubrica un film
por encima de la media en lo que a falso documental se refiere, que denuncia y
resulta agradablemente incómodo sin erigirse como una película inolvidable,
pero sí interesante.
-Enoch-
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