Eleanor y Conor son una pareja con una gran química entre
ellos, que viven su relación amorosa con mutua devoción y son la envidia de su
entorno. Un buen día Eleanor “desaparece”, sale de la vida de Conor de un modo
inesperado y extraño, pero con una razón. Ambos habrán de lidiar con el vacío,
con la pérdida… y caminar hacia un nebuloso futuro donde no se atisba si sus
caminos habrán de cruzarse de nuevo o se separarán para siempre.
Ned Benson escribe y dirige este reflexivo e intimista
drama que se presenta en tres películas, mas no en tres partes, sino en tres perspectivas independientes y
complementarias, la historia vivida por el personaje de Eleanor, la versión de
la misma según Conor y esta que nos ocupa que es una amalgama de ambas, el
relato de ambos visto desde el exterior (“Them” – “Ellos”).
La espina dorsal de esta historia y el motivo por el cual
funciona es el espléndido trabajo de su pareja protagonista. Jessica Chastain y
James McAvoy crean unos personajes llenos de verdad y matices, de silencios con
emociones a gritos. Junto a ellos y muy a destacar es la labor de una
secundaria de excepción, Viola Davis, con escasas pero sobresalientes
intervenciones.
Una cálida fotografía, un original guión que rompe la
linealidad narrativa habitual, incluso la invierte partiendo de las
consecuencias para llegar a las causas y obliga al espectador a poner toda la
atención de su parte y elucubrar la explicación de cuanto acontece (haciéndose
así uno con la confusión de los personajes) y una más que descabale
ambientación musical a cargo de Son Lux redondean el producto.
En su contra juega quizás una publicidad que puede llevar
al espectador a las salas esperando ver una “comedia romántica” al uso, y nada
más lejos de la realidad. “La desaparición de Eleanor Rigby” es un drama en
toda regla, que nos habla más sobre el impacto de los obstáculos y la tragedia
en las relaciones que sobre el enamoramiento en sí mismo. Igualmente pueden reducir su disfrute para
ciertos espectadores su extensa duración y lo parco de ciertas explicaciones
(que a su vez despiertan las ganas de ver la versión “Él” y “Ella” para
completar el puzle)
Una propuesta cuidada en su fondo y formas, muy bien
interpretada e interesante y disfrutable, aunque no para todos los paladares.
Enoch
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