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jueves, 24 de marzo de 2011

Gilles de Rais (Parte 3)

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Una vez se aprovechó de unos niños que eran mendigos y que fueron a pedir limosna inocentemente a su castillo. Gilles los violó y desmembró. A algunos, los violó ya muertos y con las entrañas al aire. Una vez muertos los abrazaba fuertemente y deliraba; en otras ocasiones se reía ante los últimos extertores del niño y muchas veces cortaba la vena yugular haciendo brotar la sangre, causándole gran placer.

En algunas ocasiones, cuando asesinaba a una de sus víctimas, se arrepentía y juraba partir hacia Tierra Santa para redimir sus pecados, pero al poco tiempo volvía a cometer las mismas atrocidades.
Durante los ocho años de terror, Gilles parecía no vivir en un mundo real, rodeado de gran fastuosidad y como si no se diera cuenta de las brutales acciones que llevaba a cabo.
Según contó en el juicio que se le hizo, junto con su grotesca corte, cortaban las cabezas de varios niños recién muertos y hacían competiciones para elegir los rostros más bellos. Las cabezas eran ensartadas en picas y las iban calificando.
Se llegó a contar que estas calificaciones las firmaba el mismo diablo, que un brujo llamado Rivière podía invocar al diablo, o a uno llamado Barrón, al cual le ofrecían sacrificios como los órganos, ojos, corazones, etc., de las víctimas; todo esto bajo orgías sexuales y etílicas.

En una ocasión, se acercó a un niño que había elegido previamente y lo llevó al gran lecho que ocupaba el fondo de la sala de "torturas". Después de algunas caricias, tomó una daga que colgaba de su cintura, y riendo a carcajadas cortó la vena del cuello del desdichado. Frente a la sangre que brotaba y al cuerpo que se convulsionaba, el barón se puso como loco. Arrancó las vestimentas al moribundo, tomó su propio miembro y lo frotó en el vientre del niño, que dos de sus cómplices sostenían porque éste estaba sin conocimiento. Cuando por fin salió el esperma, tuvo un nuevo acceso de rabia, tomó una espada y de un golpe cortó la cabeza de la víctima. Gilles, en pleno éxtasis se tumbó sobre el cuerpo decapitado, introdujo su sexo entre las piernas rígidas del cadáver, gritando y llorando hasta un nuevo orgasmo, se derrumbó sobre el cuerpo cubriéndolo de besos y lamiendo la sangre. Luego ordenó que quemasen el cuerpo y que conservasen la cabeza hasta el día siguiente. En ese mismo suelo, desnudo y manchado de sangre se habría quedado dormido. Uno de los mayores placeres de Gilles era tener las cabezas decapitadas clavadas ante su vista. Luego llamaba a un artista de su séquito, el cual ondulaba exquisitamente el cabello del niño, le enrojecía los labios y las mejillas hasta darle un aspecto de belleza impresionante.

Cuando tenía bastantes cabezas cortadas, celebraba una especie de concurso de belleza, en el cual sus amigos e invitados votaban sobre cual era la más bella. La cabeza "ganadora" era dedicada a un uso necrofílico.

En continuadas ocasiones el hermano de Gilles, René, intentó salvar el patrimonio familiar que Gilles estaba vendiendo, incluso con la ayuda del rey, crearon una ley por la cual no podían vender más posesiones. René logró comprar el castillo de Machecoul, y vio que en este lugar se encontraban los esqueletos de más de 50 niños. Quiso silenciar lo que vio para evitar posibles malentendidos contra él.
Tras las numerosas desapariciones de niños, poco a poco las sospechas se fueron tornando hacia la persona del barón, pero nadie se atrevía a acusarle, pues aunque más empobrecido seguía siendo un personaje muy poderoso, y sus víctimas en cambio, solo eran gente muy humilde. Por otro lado, los proveedores no cesaban de amenazar a los padres que reclamaban a sus hijos desaparecidos, y en todas partes se hacía el silencio.

El 30 de julio de 1430, Jean de Malestroit, obispo de Nantes, publicó el primer documento contra Gilles de Rais. Apoyándose sobre el pretendido rumor público y llamando a declarar a tan solo 8 acusadores, acusó a Gilles de Rais de asesinar a niños y de practicar con ellos la sodomía, y de pactar con demonios. A razón de sus supuestos actos, Gilles fue desacreditado por las "buenas y serias" gentes.
Ese catálogo de detalles es realmente una técnica medieval muy típica, hecha para deshacerse de individuos indeseables o molestos. Se puede citar, por ejemplo, a Hugues Aubriot, principal de París, que fue acusado de la misma manera y enjuiciado con las mismas malas artes eclesiásticas, sesenta años antes del arresto de Gilles de Rais. Aubriot, que se había vuelto impopular, había proporcionado de manera involuntaria a sus enemigos todas las razones que se esgrimieron para la acusación cuando en 1381, reenvió a sus familias un elevado número de niños judíos que habían sido quitados a sus padres, añadiendo que había que indemnizar a la comunidad judía. Fue acusado de sodomía, de herejía, de ser un falso cristiano, de librarse al comercio de vírgenes y de mantener relaciones sexuales con judíos, entre otros. Fue condenado, pero a diferencia de Gilles de Rais, escapó a la pena de muerte gracias a la influencia del Duque de Borgoña, su principal valedor.

Además, no había defensa posible contra el cargo de herejía. Cualquiera que fuese lo suficientemente idiota como para defender a un "hereje", era automáticamente acusado, a su vez, de hereje, lo que arrastraba inevitablemente la pena de muerte. Juana de Arco, por ejemplo, fue condenada por herejía y quemada por hereje y no, como se dijo en un principio, por ser una bruja.

En el resultado final, los hechos apenas han importado, porque en la convicción medieval de jurisprudencia todo se basaba sobre la confesión del reo, no sobre las evidencias y los jurados, añadamos a eso que la confesión siempre se obtenía mediante tortura. La figura del abogado o consejero para la defensa del acusado no existió, y el concepto moderno de "inocente hasta probación de culpabilidad" tardarían siglos en llegar a ser una realidad.

A principios de 1440, llegaron los rumores hasta la corte del duque de Bretaña, quién ordenó abrir una investigación sobre los secuestros y la posible implicación del barón de Rais. La caída de Gilles de Rais, se inició a partir de un incidente relativamente menor. En septiembre de 1440, el tesorero de Bretaña, Geoffroi de Ferron, compró uno de los dominios de Gilles. Éste rehusó la admisión en el dominio al hermano del tesorero, Jean de Ferron, que había venido para tomar posesión de la propiedad y del título. La cólera de Gilles de Rais habría pasado desapercibida si Jean de Ferron no hubiese sido un clérigo, puesto que Gilles entró en su iglesia a lomos de su corcel, a voz en grito...
El obispo Jean de Malestroit (obispo de Nantes), cogió al vuelo la ocasión para llevar a Gilles de Rais ante un tribunal, con cargos que había secretamente preparado desde julio de 1429. El obispo alentó los cargos de herejía y un juicio fue reclamado por la corte ducal bretona. El duque, el obispo y el inquisidor se confabularon y apoyaron ganando una fortuna declarando a Gilles de Rais como hereje, confiscándole más tarde su propiedad.

El 13 de septiembre fue detenido en su el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente.
En el juicio (altamente detallado y del que aún existen los escritos del siglo XV), pasaba del insulto a los jueces al hundimiento más absoluto y fue encerrado en una prisión acomodada por su condición de noble. Se declaró al principio inocente, pero en uno de los trastornos de personalidad que ya sufría de años atrás, rectificó y se declaró culpable quedando muy arrepentido de lo que había hecho el día 15 de octubre y finalmente, el día 22, ante los jueces eclesiásticos, comandados por el obispo de Saint-Brieuc, documentó todos los asesinatos y las vejaciones que practicaba a los niños (de entre 7 y 20 años), actuaciones pedófilas, rasgaduras, colgamientos del techo por ganchos, decapitaciones, etc. Fueron confesiones tremendas, toda Francia se convulsionó ya que la gente no se creía que uno de sus héroes fuera un hombre tan vil. Se llegaron a constatar 200 víctimas aunque probablemente fueran muchas más.
Fue condenado por asesinato, sodomía y herejía. Varios cargos fueron retenidos contra Gilles: la conjura de los demonios, el abuso del privilegio de secretario, las perversiones sexuales contra menores, y la invocación de espíritus acentuadas por las acusaciones de sacrificios humanos.
Ese mismo día, los cargos por sodomía, invocación y sacrificios a los demonios, y por herejía fueron presentados oralmente. En espera del veredicto, Gilles de Rais indicó a sus jueces que deseaba apelar. Su apelamiento fue inmediatamente rechazado pues fue formulada oralmente y no por escrito como estaba estipulado. Un apelamiento oral no era permitido dada la naturaleza particularmente grave del caso. Por lo demás, los jueces aseguraron al barón de Rais que no había en sus intenciones el deseo de oprimirle pero que el juicio seguiría su curso. Nunca se le dió la oportunidad de pasar por escrito su apelamiento.
Resumiendo, Gilles de Rais fue acusado de ser un hereje, un apóstata, un prestigitador de demonios... acusado de crimen y vicio contranatura, de sodomía, de sacrilegio y de violar la inmunidad de la Santa Iglesia. El 13 de septiembre de 1440, el obispo llevó a Gilles de Rais ante el tribunal. Las auditorías preliminares tuvieron lugar el 28 de septiembre, el 8, 11 y 13 de octubre, y el juicio formal se inauguró el 15 de octubre.

El duque de Bretaña, Juan V, sancionó el juicio que comenzó el 17 de septiembre; tras seis sesiones, el 19 de octubre, Gilles de Rais fue sometido a la "Cuestión". Para obtener confesiones y evidencias de sus crímenes, sus criados y cuatro de sus cómplices fueron torturados. Se escucharon, en total, a 110 testigos (informadores y soplones incluídos).
Hay que decir que, hasta entonces, Gilles de Rais nunca recibió testimonio alguno para su defensa, como tampoco recibió asesoramiento jurídico, fue ser sometido a dos tipos de investigaciones: una era la eclesiástica, quizá la más relevante y que iba a llevarle al patíbulo, y la otra era la civil para tratar especialmente el cargo por asesinato, pero menos relevante que la primera. Ese trato que le dispensaron es conforme a la manera de actuar de un tribunal eclesiástico, que manipulaba a su favor todo el proceso jurídico como solía hacerlo cuando enjuiciaban a las brujas en la misma época.

El viernes 21 de octubre de 1440, Gilles de Rais fue torturado hasta que prometió admitir "voluntaria y libremente" que era culpable de todos los cargos que se le imputasen, y naturalmente todos los crímenes por muy increíbles e imposibles que fuesen.

El 26 de octubre, en Nantes, Gilles de Rais fue ahorcado y su cuerpo dispuesto sobre una pira con dos cómplices, Henri Griart y Poitou. Cabe hacer hincapié en las condiciones en las cuales fue llevado a cabo el proceso judicial, por lo tremendamente irregulares, incluso en el caso de acusaciones por crimen de herejía.

Ni uno solo de sus 500 criados fue llamado a declarar ante el tribunal, y los que quisieron dar un testimonio favorable a Gilles de Rais, fueron torturados hasta que fueron convencidos de pasar al banco de los "acusadores" y "denunciantes" contra el mariscal. Tras cumplir con su parte, exigida por la Iglesia, los susodichos fueron liberados.

En el curso de los últimos 14 años, según se desprende de los "artículos", Gilles de Rais habría raptado a niños de ambos sexos y los habría cruelmente asesinado, desmembrando e incinerándolos; que sacrificó cuerpos de niños a los demonios; que cometió sodomía con ellos antes, durante y después de muertos; que hizo asesinar a éstos por sus cómplices; que mandó a sus criados que se hiciesen con más niños y se los entregasen; que contrató a personas encargadas de invocar a los demonios en su nombre; que entró en contacto con esos demonios para adquirir conocimientos, poderío y riqueza; que concluyó pactos con dichos demonios en los cuales aceptó realizar todos sus deseos y voluntades; que frecuentó la compañía de brujos y prestigitadores; que tuvo costumbre practicar artes prohibidas para obtener riquezas y poder para si mismo; que confió todas sus esperanzas, sus intenciones, su fe en los malos espíritus; que se libró cotidianamente a actos de glotonería; que prometió renunciar a su mala vida y hacer peregrinaje en Jerusalén, pero que rompió finalmente su juramento... Por dichas razones habría caído en la herejía, la idolatría y la renuncia a la Fe; que habría violado la inmunidad eclesiástica al agredir a Jean de Ferron, y que todo eso es ahora de notoriedad pública.

Al oír todas esas memeces, Gilles de Rais perdió, por vez primera, su serena tranquilidad. En un arrebato de ira, declaró no reconocer la autoridad de Jean de Malestroit y de Jean Blouyn como jueces, y que se mantenía firme en su voluntad de apelar. El informe del juicio subraya que habló "con insolencia" y "con arrogancia". Su cólera le empujó a acusarles de robar y mendigar restos de mesa, insultándoles y afirmando que preferiría ser desollado vivo antes que estar en presencia de semejantes eclesiásticos y jueces sinvergüenzas, corruptos y mentirosos.

Es interesante hacer hincapié en las acusaciones formuladas por Gilles de Rais contra sus jueces. De hecho, tenemos razones para creer que los presuntos obispo e inquisidores podían no ser del todo dignos de confianza. A pesar de la dureza de la Iglesia de la pre-Reforma hacia los casos de corrupción, no es difícil imaginar a sus camaradas bretones bañarse en la corruptela y sacar provecho de ella. No olvidemos que Jean de Malestroit tenía lazos de sangre con Juan V de Bretaña, y que tuvo que actuar por él en el pasado para tomar posesión de la tierra de Champtocé, propiedad de Gilles de Rais. El mariscal en persona confirmó y testificó que, en su día, Jean de Malestroit le había dicho "no haré nada por vos siendo yo obispo de Nantes."

Gilles de Rais fue entonces nuevamente invitado a responder a los artículos, a lo que rehusó por segunda vez responder y dejando patente que no diría nada más al respecto. Cuando se leyeron por segunda vez los artículos, Gilles de Rais respondió que le extrañaba de sobremanera que Pierre de L'Hôpital, presidente del Parlamento de Bretaña, permitiese a Jean de Malestroit y a Jean Blouyn corromperse en crímenes de este tipo, los mismos de los cuales le acusaban ahora, teniendo en cuenta que en aquella época la iglesia estaba llena de corrupción y ante la falta de evidencias más claras y concisas, los jueces de Gilles de Rais deben ser considerados igualmente o tan sospechosos como él.

Confrontados a ese desafío, Jean de Malestroit y Jean Blouyn juzgaron a Gilles de Rais por su desprecio al tribunal y lo excomulgaron. A pesar de eso, siguieron instruyendo el proceso, a lo que Gilles de Rais puso en duda la legitimidad de esa corte de justicia, aunque solo lo pudo hacer oralmente ya que se le negó (otra vez) presentar una queja por escrito, y dudó también de la legalidad de su excomunión y de la competencia del obispo y del inquisidor.

Dos días más tarde, el 15 de octubre, se produce un giro inesperado: Gilles de Rais reconoció la competencia de sus jueces y les pidió perdón, por lo que a raíz de ese sorprendente cambio de actitud (muy sospechoso, por cierto), algunos biógrafos leyeron en ello la admisión de culpabilidad.
Tras un mes de arresto y encarcelamiento, Gilles de Rais había vivido en la esperanza vana de un gesto del rey a su favor. El paso del tiempo acabó por vencer sus esperanzas, y el rey no movió un dedo (igual que en el caso de Juana de Arco). Carlos VII "el Vencedor" merece, decididamente, el apodo de Carlos "el Ingrato".
Respondiendo finalmente a los cargos, Gilles de Rais admitió haber leído un libro de alquimia y de demonios para practicar la alquimia. A pesar de sus negaciones, testigos tales como sus criados Henriet y Poitou, Francesco Prelati, el alquimista Eustache Blanchet, Tiphaine Branchu y la sirvienta Perrine Martin, fueron llamados ante el tribunal para testificar contra él. Pareció confiado en cuanto a los artículos que le acusaban de practicar la alquimia y la lectura de un libro relativo al tema, creyendo que los testigos (amigos de ayer), habían declarado contra su voluntad, considerando que si debían escuchar su consciencia, no podían aportar testimonio para la acusación. En eso, obviamente, se equivocó.

Gilles de Rais rezó para no ser excomulgado. El informe judicial le describe cubierto de lágrimas, implorando su regreso en el seno de la Santa Iglesia. Uno se puede preguntar cuánto costaba la ejecución del mariscal de Francia, en provecho de sus jueces que se llenaban los bolsillos para llevarle a la hoguera...

El obispo y el inquisidor fueron raudos para acoger de nuevo en el seno de la Madre Iglesia a esa "oveja negra", suspirando aliviados ante su aparente capitulación.

Se condenó a Gilles de Rais a pagar 50.000 escudos de indemnización por el maltrato dado al clérigo Jean de Ferron, indemnización que había de ser entregada al duque Juan V de Bretaña. Pierre de L'Hôpital, presidente del tribunal secular, fue entonces asaltado por las dudas sobre si no se cometía cierta injusticia contra Gilles de Rais. Obviamente más recto y honesto que el obispo y el inquisidor, dictaminó que la indemnización se hallaba sobradamente pagada al confiscar el duque de Bretaña unas tierras de Gilles de Rais. Pero incluso impartiendo justicia con más honorabilidad que el tribunal eclesiástico, Pierre de L'Hôpital se encontraba con las manos atadas y pareció sospechar que se había urdido todo un complot para hundir y quitar de en medio a un poderosísimo señor feudal, como lo era Gilles de Rais, y ciertamente instigado por el duque de Bretaña. De su actitud y de sus conversaciones con Francesco Prelati, se desprende la sombra de la duda...
Pierre de L'Hôpital prometió a la familia de Gilles de Rais que, una vez ejecutado, su cadaver sería inmediatamente retirado de la pira para recibir cristiana sepultura en la iglesia escogida por el reo, con gran procesión, escolta y servicio fúnebre.
Hay un dato extremadamente curioso: Prelati y Blanchet, los alquimistas e invocadores demoníacos, no fueron ejecutados. Se les golpeó la muñeca y fueron liberados. Desaparecieron para nunca ser vistos jamás... y ese, es un punto que sigue causando cierto malestar en aquellos que asumen naturalmente la culpabilidad de Gilles de Rais.

El cuerpo del barón Gilles de Rais, mariscal de Francia, descansará (tal y como lo deseaba antes de ser ejecutado) en una sepultura cristiana, en la Iglesia de Nuestra-Señora del Carmelo, en Nantes. Trescientos cincuenta años después, los revolucionarios destruyen su tumba.

Finalmente el día 26 de octubre de 1440, Gilles de Rais junto a dos de sus más perversos colaboradores, habiendo rechazado la gracia real (perdón de la pena que se le extendía por ser Par de Francia) fue conducido al prado de la Madeleine en Nantes para ser decapitado. Sus restos fueron enterrados con solemnidad en la iglesia de las carmelitas de Nantes, a petición del mariscal.

Fragmentos de la declaración de Gilles de Rais en el juicio

“Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados".
"Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente".
"Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...". "Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el Infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos”.
“Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo… Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla”.

Gilles de Rais fue sin duda un criminal sádico, con tendencias homosexuales, pero también podemos preguntarnos si también fue el resultado de su época, donde apenas una pequeña insinuación de herejía o brujería bastaba para condenar a alguien a la hoguera si no se tenían los contactos adecuados, donde las epidemias y el hambre eran algo corriente para la gente corriente, la corrupción y la influencia de poder era algo normal, las guerras y el derramamiento de sangre constante y la vida humana tenía apenas valor.

¿Habría sido diferente si Juana de Arco no hubiera muerto, si esa persona a la que idolatraba y le daba paz no hubiera sido injustamente asesinada? Tal vez.

Elizabeth Báthory: la Condesa Sangrienta (Erzsébet Bathory)

La historia de la condesa Bathory comienza en Transilvania,nació (1650) en el seno de una de las familias muy rica e influyente. Recibió una cuidada educación, especialmente para una mujer y para esa época: Erzébet dominaba el Húngaro, Latín y Alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros de entonces apenas si sabían escribir....

A los 16 años fue casada con Ferenc Nadasdy, miembro de una familia también prestigiosa, pero menos adinerada e influyente que la Bathory. Erzébet eligió conservar su nombre aún después de casada. En su lugar, Ferenc sumó Bathory al suyo.

La joven condesa administró su castillo con una disciplina de hierro, y sus castigos eran brutales, por decir poco. Golpear a las sirvientas con un pesado mazo era de los más leves; otras veces les picaba con agujas debajo de las uñas o las arrastraba a la nieve, donde les echaba agua y abandonaba a que se congelen. A medida que las torturas se fueron sofisticando y agravando, estableció una cámara de torturas en su castillo, y, cuando no era ella quien torturaba, sentada en su trono, observaba como lo hacían su sirvientas más cercanas.

La condesa prosiguió sus abusos y asesinatos durante años, especialmente luego de la muerte de su esposo, y de su amiga Darvulia. Esta última, aparentemente amante de Erzébet, participaba activamente en las torturas, e incluso enseñó a la condesa nuevas técnicas. Pero también cuidaba que las víctimas fueran siempre sirvientas y campesinas, a quienes en esa época un noble podía tratar como a un objeto, que se puede destruir a voluntad. Tras su muerte, Erzébet perdió toda precaución, y comenzó también a raptar y torturar a jóvenes nobles.

Sus actividades no podían seguir ignoradas, y, sumadas a razones políticas, llevaron a que fuera arrestada y llevada a juicio en 1611. Erzébet y sus sirvientas fueron encontradas culpables; dos de ellas fueron torturadas y quemadas, otra decapitada. La condesa escapó la pena de muerte gracias a su rango, pero fue emparedada en su propia cámara de tortura, donde murió tres años más tarde.

Es imposible saber cuánto exactamente de verdad hay en las historias que circulan acerca de la "condesa sangrienta". Su historia se convirtió en leyenda aún en su propia época. A pesar de que no hay testigos, se cuenta que la condesa tomaba baños de sangre de muchachas para mantenerse joven, o que mordía y arrancaba la carne a las jóvenes mientras sus sirvientas las sujetaban. Aún si se trata de exageraciones, la ferocidad inusitada de sus atrocidades han despertado la curiosidad de muchos escritores y artistas.

Aparentemente, las leyendas de vampiros se originan con su historia, y Bram Stoker habría trasladado al Príncipe Vlad Teper de Rumania a Transilvania (cambiándole el rango a conde), influido por ella. La condesa sigue intrigando a artistas aún hoy: desde poetas como Andrei Codrescu, a bandas de heavy metal (siendo el más significativo Cradle Of Fear), e incluso en muchas películas se ha hecho referencia a ella, como en la reciente "Stay Alive".

Uno de los últimos descendientes de la condesa, Dennis Bathory-Kitsz, es un compositor de ópera, y está escribiendo una sobre su famoso antepasado.

- Nimue - 

Gilles de Rais (Parte 2)

Puedes leer la primera parte de este artículo PULSANDO AQUI

En 1429 conocería a Juana de Arco, quedándose fascinado por lo que revelaban las voces que ella escuchaba, y dicen que también quedo maravillado por su belleza.
El Delfín Carlos entregó un pequeño ejército a Gilles y a Juana para liberar Orleans del asedio inglés. Junto a ellos estaban otros generales como el Bastard de Órleans (Conde de Dunois), el Duque de Alençon y La Hire.
En sólo 8 días las fuerzas francesas lograron levantar un sitio que duraba ya varios meses. Entraron triunfales en la ciudad y todo el mundo los veían como los salvadores de Francia. Poco después contribuyó en las victoria francesas en la Batalla de Jargeau y en la Batalla de Patay. Su audacia y violencia en combate era comparable a la de los berseker vikingos.
Gilles llegó a decir durante las campañas con Juana, que ella era Dios y que si debía de matar ingleses por mandato de Dios, así lo haría. Se convirtió en su escolta y protector salvándola en varias ocasiones en los fragores de las batallas, como en el ataque a París a finales de 1429.
Pese a las matanzas y crueldades de la guerra Gilles se sentía realizado espiritualmente, ya que Juana lo inspiraba y había rendido un gran servicio a su patria. Además, en este mismo año 1429, fue proclamado mariscal de Francia con tan sólo 25 años (caso único en la historia francesa), amasando una inmensa fortuna, y adoptó la flor de lis en su escudo de armas, mientras Carlos VII fue proclamado rey el 17 de julio en la Catedral de Reims.
El 30 de mayo de 1431, Juana de Arco fue quemada viva en la ciudad de Rouen. Pese a que intentó ayudarla contratando un pequeño ejército de mercenarios, aún no se sabe qué pasó para que no llegara a tiempo, ya que tan sólo se encontraba a 25 kilómetros de Ruán, localidad en que se llevó a cabo el juicio.
Acusó públicamente a Carlos VII de esta muerte y llegó a llorar amargamente ante las cenizas de Juana, y sintió que todo había acabado, que la vida sin ella no tenía ya sentido, que no había pureza en la guerra que se estaba librando. Su última acción en la Guerra de los Cien Años fue en la batalla de Lagny en agosto de 1432, de la cual salió victorioso.

Se retiró de la vida militar a la caída en desgracia de su protector, el chambelán La Tremoille, en 1434 después de la campaña de amparo al duque de Bourbon contra el duque de Borgoña que sitiaba la ciudad de Grancey. Después de este hecho, Gilles perdió su condición de mariscal y se refugió en sus posesiones de la Bretaña francesa (concretamente al castillo de Tiffauges, ubicado en la Vendée) en donde se convirtió en todo un demonio y afloraron sus instintos más perversos.

Entre la muerte de Juana y la falta de acciones violentas en guerra que tanto necesitaba, se desequilibró más aún la mente enfermiza del mariscal, ya que se había acostumbrado a las campañas, los ataques alocados contra los ingleses, a la sangre y a los muertos por doquier. Esta sed de sangre aumentó y no tuvo freno con la muerte de su abuelo Craon en noviembre de 1432, con lo que tuvo ya plena libertad de acción y mucho más dinero para poderla costear. La provincia del Poitou se convierte en la residencia del mariscal de Rais.

Entre 1432 y 1433, los crímenes empiezan...

Para divertirse, ordenaba que se organizasen en sus múltiples castillos lujosísimas fiestas y representaciones teatrales, que eran conocidas en toda Europa, pero sus excesivos gastos pronto empezaron a menguar su fortuna y se vio obligado a vender varias de sus propiedades.
Preocupado por tales pérdidas, el barón de Rais se fue aficionando a la Alquimia e hizo que se instalase un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin apenas dormir ayudado por alquimistas y magos importados de toda Europa a la búsqueda de la piedra filosofal, capaz, según la tradición esotérica, de transformar los metales en oro.

Al cabo de cierto tiempo, su sueño de oro no acababa de madurar, todo lo contrario, los alquimistas y magos le costaban una fortuna que lo iba arruinando más y más, hasta que desengañado, despidió a la gran mayoría. Los pocos que quedaron a su mando no tardaron en persuadirlo que sólo con la ayuda del Diablo podría conseguir el oro que necesitaba.

Algunas de sus numerosas biografías, cuentan que Gilles de Rais, llamado Barba Azul por su cabello negro-azulado, habría hecho testamento legando parte de sus bienes a Satanás, pero reservándose su vida y su alma, según la leyenda. En las escrituras del castillo, figura como titular el mismo Diablo.

Se rodeó de una corte grotesca de brujas, nigromantes, alquimistas, entre los que se encontraban Guillaume de Sillé, Roger de Brinqueville, Antonio de Palerno, Heriet, Poitou, Corrillaut, ... Finalmente, cae en manos de un embaucador florentino llamado Prelati quien le asegura que llenará sus arcas gracias a la magia negra.

El mariscal visita con frecuencia a su cómplice, se informa con ansiedad del resultado de las investigaciones. Prelatti asegura a su señor que, en una de sus invocaciones, ha visto cerca de él al demonio, pero que esta aparición fantástica se desvaneció sin que hubiera podido pronunciar palabra alguna. El crédulo mariscal tenía un pánico atroz al diablo aunque nunca lo veía, hizo caso de Prelatti, con quien tenía una relación homosexual, y mandó que se redoblasen los ensalmos y los conjuros.
En otras ocasiones Prelatti salía herido después de una de sus invocaciones, que siempre se relizaban en un cuarto escondido, causando en Gilles más pánico. Sillé fue el proveedor de todos los elementos para las invocaciones en Tiffauges y el padre Eustache Blanchet, el de contratar a los invocadores como Prelatti o La Riviére (el cual vio al demonio en una invocación en un bosque en forma de leopardo, ante la credulidad de Gilles) o alquimistas como Jean Petit, el cual realizó varios hornos para trabajar con mercurio. Sin embargo los hornos creados deben ser destruidos ya que el futuro Luis XI, el delfín, visita a Gilles por una orden del rey Carlos V que condenaba la alquimia como herejía.
Es imposible que el mariscal salga bien de sus empresas -ha dicho uno de los familiares de Gilles de Rais- si no ofrece al demonio la sangre y los miembros de niños llevados a la muerte. Porque su lectura habitual la constituyen los más ardientes poemas de Ovidio y el relato que hace Suetonio de los criminales sacrificios que exige el rey del Infierno.
¿Qué le importa el sacrificio de vidas humanas si adquiere a ese precio el poderío que codicia? A esto se unía además de su voluntad de matar a niños para su disfrute y placer personal. En su afán por procurarse víctimas para sus sacrificios, servidores de Gilles de Rais como Henriet y Poitou recorrían los pueblos y las aldeas buscando niños y adolescentes prometiéndoles que les harían pajes en los castillos del señor de Rais. Siempre en lugares lejanos; incluso en algunas, el propio Gilles, con amabilidad acudía a casas de los plebeyos para asegurar a los parientes de los niños un prometedor futuro.
De las víctimas, los padres no tenían más noticias y si preguntaban les respondían que estaban bien. Pronto la gente se alarmó, y de Rais recurrió a los raptos.
Entre 1432 y 1440 se llegaron a contabilizar hasta 1.000 desapariciones de niños de entre 8 y 10 años en Bretaña. Pero la gran locura llegaba por la noche cuando él y sus esbirros se dedicaban a torturar, vejar, humillar y asesinar a niños previamente secuestrados. Después de cada sangrienta noche, Gilles salía al amanecer y recorría las calles solitario, como arrepintiéndose de lo hecho, mientras sus secuaces quemaban los cuerpos inertes de las víctimas.
El temor se apoderó de los habitantes de los pueblos. Los criados tuvieron que ampliar su campo de acción con lo que el pavor se extendía más y más. Hasta que las murmuraciones se convirtieron en gritos que llegaron a las más altas autoridades.
Llegó a utilizar varias de sus posesiones (no sólo el castillo de Tiffauges) para cometer sus fechorías, como el castillo de Machecoul, el de Champtocé y la casa de la Suze.

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Gilles de Rais (Parte I)

Gilles de Rais fue un héroe de Francia, combatió junto a Juana de Arco. Fue un hombre inmensamente rico y admirado, hasta que se descubrieron las atrocidades que llevo acabo en sus propiedades.

Nació hacia finales del año 1404, en la torre negra del castillo de Champtocé. Era el resultado de la unión de cuatro familias ricas y poderosas. De hecho, la unión que produjo el nacimiento de Gilles, sirvió para reunir familias que, políticamente, estaban en conflicto.
Las cuatros casas implicadas eran:
-La Casa de Rais.
-La Casa de Laval, familia del abuelo paterno de Gilles.
-La Casa de Machecoul, estrechamente aliada a la familia de su madre.
-La Casa de Craon, familia de su madre.

Tuvo un hermano, René de Susset, nacido en 1407, con el cual estuvo muy unido en su infancia. Los padres encomendaron la educación de los pequeños a varios tutores eclesiásticos y nodrizas, despreocupándose de ellos. Dichos tutores los abandonaron por la incipiente conducta desmesuradamente sádica y cruel de Gilles.

Un hecho terrible marcó a Gilles cuando tan solo tenía 9 años; su padre Guy fue atacado por un verraco moribundo mientras cazaba con otros nobles una mañana de febrero de 1414. Resultó que llegó a herir al animal pero este en su último estertor le dio una enorme embestida que consiguió incrustar los cuernos en su estómago.
Guy fue llevado a su casa, en donde nada pudieron hacer por él. El pequeño Gilles vio como su padre agonizaba, desangrándose lentamente, mientras sus vísceras se esparcían por su lecho. Esta sangrienta visión la tuvo presente durante toda su vida y la repetiría con muchas de sus víctimas en el futuro, cuando les rajaba el estómago y se quedaba ensimismado con el espectáculo de sangre y entrañas.
Poco después de este hecho, su madre, Marie, también murió y Gilles y su hermano quedaron bajo a la tutela del abuelo materno, Jean de Craon. Quizás puede culparse también al abuelo como uno de los factores de la locura asesina de Gilles de Rais, pues se le ha descrito como un hombre extremadamente violento, taciturno, calculador y exento de escrúpulos.
Este hombre inculcó a los dos hermanos el narcisismo, la soberbia, el poder, el orgullo, con los que Gilles fue desarrollando su personalidad. Al principio, Jean no prestó mucha atención a Gilles y le dedicó más tiempo a su hermano. Entonces Gilles se fue refugiando en las bibliotecas de la casa Craon, en donde encontró a sus álter ego y héroes en el libro de "La vida de los doce Césares de Suetonio". Libro que marcó profundamente el sentir de Gilles. En este recopilatorio de cómo fueron las vidas y hazañas de Julio César y los primeros emperadores romanos, Gilles vio que todos ellos ostentaron riqueza y poder y se dedicaban a los mayores placeres de la vida, además de cómo impartían poder sin verse obligados a dar explicaciones.

A los 14 años, su abuelo le regaló una gran armadura milanesa y fue proclamado caballero. Manejó pronto la espada y también fue temprano en aburrirse al practicar sólo con peleles (muñecos construidos precisamente para la práctica) y empezar a relucir toda su agresividad hacia todo ser viviente. Primero animales, pero luego con seres humanos, como fue el caso de su compañero y amigo de la infancia, Antoin.
Un día propuso un duelo entre ellos con machetes, que al principio fue inofensivo, pero que luego a Gilles se le escapó de las manos y asestó con su machete en el cuello de Antoin. Gilles no ayudó a su compañero mientras éste se desangraba en el suelo y se quedó disfrutando de la visión de la sangre. Fue su primer asesinato, a los 15 años. Quedó sin condena debido a su condición de noble y la intermediación de su abuelo Craon. La familia de Antoin de origen humilde, aceptó la exigua indemnización que se les ofreció y así todo quedó zanjado. Otros hechos criminales de su adolescencia fueron alguna que otra perversión sexual.

Su abuelo, hombre sin escrúpulos, sólo se ocupaba en engrandecer su fortuna y poder de forma calculadora y astuta; por el contrario, su nieto, aunque también actuaba sin escrúpulo alguno, actuaba siempre sin deliberación alguna y era un absoluto inútil en materia de política y de granjearse poder y riquezas.
Un hecho describe la personalidad de abuelo y nieto: cuando intentaron extorsionar a una familia raptando a una gran dama; sus tres hermanos quisieron rescatarla y fueron encarcelados también por Craon, de forma que uno de ellos murió de hambre.

Su enorme agresividad y psicopatía, le llevó a alistarse en el ejército para desahogarse con los enemigos a los que se enfrentaba. Su abuelo Craon quería que llegase a la cumbre del poder francés y para ello, le recomendó a Guillaime La Jumelliers como consejero en política, estrategias militares y finanzas. Se puso a las órdenes de Juan V, duque de Bretaña en las querellas residuales de la Guerra de Sucesión Bretona, entre los Montforts y los Penthièvres. Luchó siempre en la vanguardia con sus soldados (tropas pagadas por él), y sus compañeros de armas lo admiraban porque parecía poseído cuando luchaba dando mandobles, con una rapidez y fuerza increíbles, pareciendo que eran los demonios quienes regían sus movimientos.

El 14 de enero de 1412, Gilles de Rais había sido prometido en matrimonio a Jeanne Peynel, rica heredera, con el objetivo de captar su fortuna, el promotor del enlace fue Jean de Craon . En el curso de las extrañas discusiones alrededor de la futura boda, el Parlamento de París se pronunciará en contra de ese matrimonio, prohibiéndolo.
No es hasta el 28 de noviembre de 1417 que se vuelve a poner en el ajedrez de las alianzas matrimoniales al joven Gilles de Rais, y esta vez se trata de casarle con la sobrina del duque Juan V de Bretaña. Desgraciadamente, la intentona se traduce en un nuevo fracaso.
En noviembre de 1420, Gilles de Rais rapta a su prima Catherine de Thouars, para casarse con ella. De nuevo detrás estaba Jean de Craon.

A finales del año 1420, la mujer de Jean de Craon fallece y, tras una cortísima viudez, éste vuelve a contraer segundas nupcias con la abuela de Catherine de Thouars, Anne de Sillé.

El 24 de abril de 1422, Gilles de Rais se casa públicamente con Catherine de Thouars. Su única hija, Marie, nacio siete años después de su matrimonio en 1429. Tardaron tanto en tener un hijo debido a las tendencias homosexuales de Gilles que se desinteresó por su esposa al poco de casarse. Ésta lo abandonó junto a su hija para refugiarse en una de las propiedades de su padre. Gilles nunca mostró mayor interés en ambas. Dos años después del enlace, en 1424, es declarado mayor de edad y libre de disponer como entienda de su fortuna. Tomando las riendas de su vida, Gilles aparta gradualmente de su lado a Jean de Craon.

En 1427, Gilles de Rais hace su debut en la carrera militar contra los ingleses, con inusitada brillantez. Étienne Corrillaud de Pouzauges, entonces de 10 años de edad, entra a su servicio en calidad de paje. Poco después de la campañas con Juan V, Gilles rindió tributo al que en esos momentos era el Delfín de Francia, Carlos VII, para combatir contra los ingleses y sus aliados de Borgoña.
Lo reclutó el gran chambelán del rey, Georges La Tremoille. Este hombre hábil y astuto sabía ya de la valiente capacidad combativa y guerrera de Gilles, que arrastraba a los soldados hacia adelante en las batallas, lo que le serviría al chambelán para mantenerse en el poder mediante los éxitos militares. En esta época, para los nobles, la guerra era un juego y gente como Gilles y La Tremoille disfrutaban grandemente.

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Maximilian Francois Robespierre “El Incorruptible”

Maximilian Francois Robespierre “El Incorruptible”, fue un prometedor abogado, pero sus ideas contrarias a la pena de muerte pusieron fin a ese futuro, se unio a los revolucionarios de los que fue uno de los dirigentes y despues de la ejecucion de de los reyes de Francia para mantenerse en el poder instauro el llamado Reinado del Terror.

Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arrás (actualmente capital del departamento del Paso de Calais), hijo de François de Robespierre, abogado, y de Jacqueline-Marguerite Carraut, hija de un cervecero de Arrás; fue el mayor de cinco hermanos. El último de estos hermanos falleció al nacer y provocó la muerte de la madre poco después. Tras la muerte de su esposa, el padre abandonó a los hijos y se dedicó a vagar por el mundo, quedando aquellos a cargo de su abuelo y de sus tías.

Robespierre, por edad, también tuvo que cuidar a sus hermanos. Poco después de su coronación, Luis XVI visitó el Liceo Louis-le-Grand donde Maximilien Robespierre (de 17 años) leyó un discurso en latín para el Rey cargado de loas y honores. Estudio derecho y ejerció desde joven la abogacía. Se unió a Dupont y otros que se manifestaban contra la pena de muerte, acabando así con un futuro prometedor, ya que según decía “sentía escrúpulos de trabajar en un tribunal que podía sentenciar a la horca”, defendió también las ideas democráticas. Decidió presentarse a las elecciones a los Estados Generales de abril de 1789, haciéndose conocido en su localidad por su panfleto Adresse à la nation artésienne. Si bien los principales terratenientes de la provincia se presentaron para la elección, el 26 de abril Robespierre fue elegido como el quinto diputado del Tercer Estado.

Desde la época de los Estados Generales, Robespierre había participado en el club de «Los amigos de la Constitución», que al trasladar su recinto al edificio de los monjes jacobinos (dominicos) serían reconocidos como los «jacobinos». Rodeado de personas del origen social parecido, y al volverse cada vez más un club muy restringido y mas radical que el de “La Gironda” Robespierre fue ganando terreno hasta convertirse en el líder del movimiento en el verano de 1792 al mismo tiempo que empezo a ser llamado El Incorruptible por Paul Marat fundador del periódico “L`ami du Peuple”. Si bien Robespierre guardó aparente cautela, miles de manifestantes decidieron pedir la abdicación del rey en el Campo de Marte el 17 de julio de 1791, siendo dispersados a balazos por el batallón al mando de La Fayette. Los líderes de izquierda temieron por la reacción, Marat pasó a la clandestinidad, Danton a Inglaterra, Robespierre se mantuvo en París, refugiándose en la casa de Maurice Duplay, un ebanista que residía en Rue Saint-Honoré y simpatizante jacobino, reforzando su posición al mantenerse en París y con su club durante esta grave situación.

El 30 de septiembre, en la disolución de la Asamblea Constituyente, Pétion y Robespierre, que gozaban de un tremendo apoyo popular, se convirtieron en dos de las figuras más representativas del momento. Durante el periodo de la Asamblea Legislativa de 1791-1792, se acentuaron las medidas revolucionarias, se confiscaron las posesiones de los nobles que huían del país. El 20 de junio de 1791 se forma un “comité insurrecional” secreto que busca propiciar la caída de la monarquía, el 10 de agosto el pueblo de Paris, los marselleses y grandes contingentes de la “Guardia Nacional” invaden y saquean las Tullerias. La fuga del rey y su detención en Varennes arruinó las posibilidades de una monarquía constitucional viable. Se opuso a la guerra de Francia contra Austria (1792), por considerar que Francia no estaba preparada para un conflicto de tal magnitud. Formó parte de la Convención Nacional, que se eligió por sufragio universal, y en la que se sentó entre los montañeses, llamados así por tener sus escaños en la parte alta del hemiciclo de la Asamblea Nacional. El apoyo de los revolucionarios de París (los sans-culottes) en las asambleas de cada distrito y municipio de la región parisina, llevó a Robespierre al poder: primero como miembro de la Comuna revolucionaria (el ayuntamiento) que ostentaba el poder local; luego como representante de la ciudad en la Convención Nacional que asumió todos los poderes, y en la que Robespierre apareció como portavoz del partido radical de la Montaña (junto con Danton y Marat). Fue en este momento cuando Robespierre manifestó abiertamente su republicanismo.

Luchó firmemente contra los girondinos, el grupo de diputados moderados procedentes de la región de Burdeos, la Gironda, grupo de carácter conservador que abogaba por un Estado descentralizado y se inclinaba por mantener la monarquía constitucional o, en todo caso, llevar a cabo una revolución moderada. Ya antes, Robespierre estaba en desacuerdo con los girondistas sobre la conveniencia de la guerra contra las monarquías europeas, que los girondistas defendían con el argumentos de llevar la libertad a los súbditos de los reyes.

Robespierre estaba en contra, convencido de que "nadie quiere a los misioneros armados". Los girondinos constituían un grupo de presión político muy fuerte en la Asamblea Nacional pero al oponerse a la línea de firmeza republicana radical que representaban los jacobinos y tras su rechazo a la ejecución de Luis XVI (que consideraban excesiva), Robespierre no cesó de atacarlos salvajemente en sus discursos.

Finalmente, en 1793, Robespierre, apoyado por unas masas populares convenientemente dirigidas, dio un golpe de Estado y desmanteló el grupo girondino, arrestando a todos los dirigentes principales que pudo capturar. El 21 de de enero de 1793 fue guillotinado el rey Luis XVI. Despues de su muerte el resto de potencias europeas se unieron contra Francia, que fue invadida por España, Inglaterra, Austria y Prusia. Se llamo a filas a 300.000 hombres y se creo el “Comité de Salud Publica” para detener y ejecutar a todo aquel que fuera sospechoso de estar en desacuerdo con la Republica o ayudar a los países europeos. Mientras la disputa entre los moderados “girondinos” y los radicales “montañeses” finalizo con la victoria de los ultimos que no dudaron en eliminar a sus opositores el 31 de octubre de 1793, se hizo entonces una nueva Constitución.

Robespierre fue uno de los doce miembros que componían el Comité de Salud Publica, una de las primeras medidas que tomaron fue la ejecución de la reina María Antonieta el 16 de octubre de 1793, a la que siguieron otras muchas. Consiguió acabar con los partidos existentes dentro de la Convención, los indulgentes y los rabiosos. Así comenzó el llamado Reinado de Terror, una sangrienta dictadura llevada a cabo por Robespierre y sus seguidores que duro desde el 7 de abril de 1793 al 27 de julio de 1794.

Introdujo el culto a La Diosa Razón y persiguió a sus adversarios politicos e incluso a miembros revolucionarios que fueron acusados de “tibieza” Desmoulins, Herber o Danton que fue el verdadero jefe del Comité de Salud Publica fueron guillotinados, se dice que Danton subió al patíbulo con cierto sentido del humor y cierta presunción al decirle al verdugo que se asegurara de mostrar su cabeza al publico ya que pasaría tiempo antes de que identificaran el parecido.

El 10 de junio de 1793 presento una ley a la Convención para poder juzgar a cualquiera bajo sospecha de “evidencias morales” sin testigos ni derecho a defenderse, la única sentencia era la guillotina, todo para eliminar a cualquiera que se opusiera a el ya que al estar consolidada la revolución su continuidad en el poder empezaba a ser discutida.

Mucha gente fue ejecutada bajo falsas acusaciones o por venganzas personales, el padre de la química moderna Antoine-Laurent Lavioser fue guillotinado al parecer por criticar un tratado de química por su baja calidad de Jean-Paul Marat, el poeta Andre Cheiner , el escritor y político Christian Melesherbes a quien Robespierre nunca perdono que defendiera la rey, fueron también guillotinados. Un actor de categoría mediocre que había sido abucheado en Lyon, volvió a la cuidad convertido en juez nombrado por Robespierre y ordeno la muerte de unas 6.000 personas.

Ante rumbo que tomaban los acontecimientos y ya que nadie podia estar seguro, muchos diputados, entre ellos amigos de Herbert y Danton, temiendo por sus vidas empezaron a idear la manera de deshacerse de Robespierre. Robespierre sufrió dos intentos de asesinato: el primero fue el de Cécile Renault el 23 de mayo de 1794. Inspirada por el ejemplo de Charlotte Corday quien asesino a Marat en su bañera, dejó su domicilio con dos cuchillos escondidos en el fondo de una cesta, y fue a casa de los Duplay. Al sospechar de ella Eléonore Duplay, no la dejó entrar y llamó a la guardia. Llevada ante el Comité de Salvación Pública, Cécile Renault negó haber intentado matar a Robespierre. A pesar de todo fue condenada a muerte y ejecutada el 17 de junio. El otro lo perpetró el realista Henri Admirat el 22 de junio de 1794. Henri Admirat persiguió a Maximilano Robespierre y, por una serie de casualidades, no logró encontrarlo y disparó dos veces a Jean-Marie Collot d'Herbois, un miembro de la Convención del que se decía que había llevado el asesinato al nivel de una de las bellas artes.

Fue detenido y ejecutado en compañía de un grupo de personas a las que no conocía y a las que se acusó de conspirar con él. El 8 de Termidor del año II (26 de julio de 1794), Robespierre pronunció un discurso extraño que se podía interpretar como un testamento político, pero también como aviso de que iba a denunciar ante la Convención a nuevos traidores a la revolución. Al día siguiente, apareció uno de sus colaboradores más estrechos, Saint-Just , para presentar un informe del Comité sin haberlo leído antes a los otros miembros del mismo. Aunque se trataba de una propuesta de conciliación, algunos diputados, aterrados ante la posibilidad de que fuera a reclamar la depuración dando nombres, comenzaron a dar gritos, impidiéndole seguir con el discurso. Un grupo de diputados fue especialmente activo en este sentido, ya que en los días anteriores habían planeado la caída de los robespierristas.

Finalmente, después de que el centro le negara su apoyo, Robespierre fue acusado de dictadura y fue detenido junto con otros dos miembros del Comité, Saint-Just y Georges Couthon. El hermano de Robespierre, Augustin, junto con Philippe Le Bas, miembro del Comité de la Seguridad General, pidieron ser arrestados junto con ellos. Liberados de la cárcel por la Comuna de París, que les prestó apoyo, los robespierristas se refugiaron en el edificio del ayuntamiento, respaldados por un sector del ejército liderado por el general Hanriot. Esa misma noche, las tropas leales a la Convención, asaltaron el Hôtel de Ville, que se había ido vaciando a medida que pasaban las horas. El edificio, tras un tiroteo durante el cual Robespierre resultó herido de un disparo en la cabeza (no se sabe si fue autoinfligido o producto de la escaramuza), cayó en manos termidorianas. Al día siguiente, Robespierre fue conducido a la plaza de la Revolución (hoy plaza de la Concordia) en la que cientos de personas habían muerto durante los meses anteriores, y fue guillotinado junto a 21 de sus colaboradores, como Saint-Just , Georges Couthon o el general Hanriot.

El cuerpo de Robespierre fue enterrado junto a los de los otros 21 condenados en una fosa común en el cementerio de Errancis, en la cual fue vertida cal viva, a fin de borrar todo rastro. Asi termino un hombre que habia renunciado a un futuro prometedor como abogado por estar en desacuerdo con le pena de muerte y que por conseguir poder acabo matando a todo el que se interpuso es su camino.

Su caída acabó con el Terror y a la vez con el impulso democrático de la República hasta el golpe de estado de Napoleon el 10 de noviembre de 1779. 
-Dark_Idril-

El Marqués de Sade

¿Conoceis la historia de Donatien Alphonse François de Sade, más conocido por su título de Marqués de Sade, llamado por sus admiradores "el Divino Marqués"?

Su padre, Jean-Baptiste, el Conde De Sade, era un tipo culto que se dedicaba privadamente a la literatura y también un libertino que gastó parte de su fortuna en bailes, fiestas de alta sociedad y persiguiendo a mujeres como Madame Pompadour.
Abandonó Provenza para largarse a París con el fin de disfrutar no sólo de las fiestas de alta sociedad sino también de jóvenes chaperos callejeros.

Su tío, Jacques-Fraçoise Paul Aldonse, el abad de Sade, se dedicaba tanto al libertinaje como a la religión. Se proveía de prostitutas cada noche.
El Conde de Sade se casó con Marie-Eléonore, princesa de la familia Condé influyente en Francia. Tuvieron al que conocemos como el Marqués de Sade.

Donatien-Alphonse-François, el Marqués de Sade (título con el que nació pues no ostentaría el de Conde hasta la muerte de su padre), nació en París el 2 de junio de 1740 rodeado de una familia de alta nobleza y amigos íntimos como el propio Voltaire.
El marqués creció bajo la tutela de su tío el abad de Sade, además de los cuidados erróneos de su propio padre. En el colegio le azotaron, pero según el marqués no era el mismo tipo de crueldad de la que luego él disfrutaría en sus orgías sexuales (las cuales servían, según él, para destensar nervios)

El conde crió a su hijo en el consumismo y los caprichos, no privándole de nada. En algunas etapas de su vida, el marqués fue criado por amigas y familiares del Conde que tampoco le ayudaron con tanto lujo a su alrededor. Curiosamente, años más tarde, el propio Marqués de Sade criticaría esos lujos y la religión en la que creció.
Entre los personajes en los que tuvo que mirarse en su infancia estaba el conde Charolais, del que contó que se divertía probando su puntería sobre los obreros que trabajaban en los tejados de casas cercanas.

Cuando el marqués tenía 5 años su padre lo llevó a vivir a su casa de Saumane, y en aquel palacio lleno de mazmorras pasó algunos años. Allí pasó temporadas con las nombradas amigas de su padre envuelto de nuevo en lujos. En la misma temporada tendría tiempo de vivir bajo la tutela de su tío y conocer los secretos de la corrupción religiosa.
A los 10 años se instaló en París para asistir al prestigioso colegio Louis-le-Grand y allí nació su interés por el teatro, pero también surgieron las primeras palizas, azotes con varas, el comienzo de su conocimiento de la crueldad. Se sospecha que también aprendió allí la sodomía porque los profesores la fomentaban entre sus alumnos y la practicaban con algunos de ellos.
A los 14 años sale del colegio para ingresar en el ejército.
Participó en la Guerra de los Siete Años contra Prusia. Si de pequeño había conocido la corrupción en la religión con su tío, en su juventud conoció la crueldad de la violencia. Al término de ésta, salió nombrado Capitán.

El marqués se enamoró de una chica de Avignon pero la familia tenía sus propios planes y al acabar la guerra, su padre le casó con una chica rica y poco agraciada llamada Renèe-Pélagie de Montreuil, una joven que soportó todos los caprichos del marqués que ya llegó al matrimonio con su libertinaje aprendido.

Si bien su suegra, una mujer de carácter y estricta moral, terminaría siendo parte importante para algunas de las detenciones del marqués, su cuñada, que había sido destinada por su familia para la religión, tuvo una relación amorosa con el marqués. Ellos se amaban en secreto y la suegra del marqués, al descubrirlo, trató de terminar con la relación. Madame le amenazó con encarcelarlo y el marqués hizo caso omiso, por lo que le convirtió en preso.

No era la primera vez que el marqués de Sade había estado encarcelado, pero aquello ocurrió al principio de su matrimonio con Renèe. Llevaban seis meses casados cuando una prostituta llamada Jeanne Testard le acusó ante la justicia. Según la declaración el marqués la sodomizó obligándola a renegar de Dios y durante la orgía defecó en imágenes sagradas. Las investigaciones dieron con varios instrumentos de tortura, grabados eróticos y anticristianos entre otras cosas. Todos aquellos objetos demostraban que no era la primera vez que el marqués se había dejado llevar por tal pasión. Se le detuvo sólo por las blasfemias ya que las infidelidades no eran objeto de detención y pasó 15 días encerrado en la prisión de Vicennes, pero su suegra evitó el juicio. No obstante lo desterraron al castillo de Echauffour.

El marqués no aprendió la lección y a pesar de ser ya padre de familia siguió con sus escarceos libertinos y varios escándalos. Sin embargo, el verdadero escándalo sucedió tiempo mas tarde, Alcueril, donde protagonizó un auténtico escándalo de sadismo en la persona de la joven Rose Keller. La joven le acusó y el marqués pasó siete meses encarcelado. Su suegra de nuevo consiguió sacarlo de prisión y aunque aquella era una época propensa a vicios, la prensa extranjera se hizo eco de la noticia y comenzó la leyenda negra del marqués.

El marqués fue exiliado a su casa de LaCoste y allí se dedicó al teatro. Cuando nació su segundo hijo, el marqués consiguió volver para conocerlo con un permiso real, y aprovechó para viajar a Holanda y luego reincorporarse un corto tiempo al ejército.

En aquella época su cuñada ya era canonesa en un convento pero su mala salud hizo que la llevaran a LaCoste para recuperarse. Allí el abad de Sade trató de seducirla pero no lo consiguió, sin embargo sí se enamoró del marqués. No obtanste, éste no abandonó sus placeres y en un viaje a Marsella con su criado y amante Latour (con el que practicaba la sodomía en sus orgías) consiguieron unas cuantas prostitutas para tener una fiesta privada con afrodisíacos, fustas.. El marqués se equivocó en la dosis de afrodisíaco (cantárida) y las mujeres enfermaron. Puesto que ya llevaba una leyenda negra a sus espaldas, enseguida fue acusado de pretender asesinarlas y fue detenido. A pesar de las prostitutas se recuperaron días más tarde las autoridades querían una cabeza de turco ante tanto libertinaje y vicio y lo declararon culpable de sodomía y envenenamiento.

 Junto a su amante y cuñada escapó a Italia, pero ella volvió unos días después a Francia. Cuando Donatien decidió volver, se encontró con su suegra para pedirle ayuda, pero para esa época la Presidenta ya le odiaba demasiado y consiguió que le detuvieran y encerraran en Miolans.
El marqués aún volvió a salir a flote e incluso trató de convivir nuevamente con su esposa en La Coste pero sin abandonar sus vicios. Algunas de sus empleadas trataron de denunciarle pero hasta su propia esposa hizo lo posible por evitarlo. Volvió a viajar a Italia y de nuevo, tras una temporada regresó a Francia. De nuevo en su castillo de La Coste, empleaba a más jovencitas y una de ellas, Justine, que trabajaba de cocinera, recibió la visita de su propio padre que trataba de salvarla a punta de pistola. En aquel momento falleció su madre y el Marqués viajó a París, pero allí le esperaba la venganza de su suegra que le denunció para que fuera detenido.
Ingresó en Vicennes, se reabrió el caso de Marsella y sale casi indemne con una rebaja de la pena (multa y prohibición de pisar Marsella en tres años). Contento de que todo quedara en nada, bajó la guardia y su suegra volvió a conseguir que el inspector Marais lo encarcelara por otros de sus actos. A partir de ese momento, vivió un montón de idas y venidas a su casa de La Coste para ingresar de nuevo en prisión. En cualquier caso, su esposa siempre estuvo de su lado pero le abandonó justo cuando fue liberado.

El marqués de Sade vivió veintisiete de sus 74 años ingresando en prisiones y manicomios. Estuvo a punto de ser guillotinado, y finalmente, por orden de Napoleón, fue encarcelado hasta su muerte. En 1801 le detuvieron y juzgaron por sus obras, "Justine" y "La historia de Juliette" en el manicomio de Charenton. Allí falleció el 30 de noviembre de 1814.

No creía en las virtudes ni en el pecado; no tenía problemas ni con la homosexualidad, ni con la pederastia, y creía que había sido limpio en sus actos, produciendo placer, sin embargo, no se consideraba ninguna de las dos cosas, sólo se pronunciaba sodomita, y confesaba que le gustaba tanto sodomizar como que le sodomizaran, pero que incluso prefería que fuese con mujeres aunque no les hacía ascos a los hombres.

-- Nimue - 

miércoles, 16 de marzo de 2011

Merlín, ¿Mago de leyenda o personaje histórico?

Desde la Edad Media, numerosos interrogantes han asaltado a curiosos e historiadores fascinados por el aura de Merlín: ¿Fue mito o realidad? ¿Héroe o mártir? ¿Personaje imaginario o personalidad histórica?

La leyenda se refiere a Merlín como consejero del mítico rey Arturo, el jefe galés que animó la resistencia de los celtas a la conquista anglosajona, entre los siglos V y VI, y cuyas aventuras dieron origen a las novelas del llamado "ciclo artúrico".

El mago, confesor de Arturo y también de su padre, Uther Pendragon, aconseja a Uther fundar la Orden de la Mesa Redonda e idea la conocida prueba de la espada Excalibur clavada en la piedra para demostrar el derecho de Arturo a ocupar el trono de Britania.

Pues bien, el británico John Matthews, experto en el ciclo artúrico, ha concluido, tras una ardua investigación que le ha llevado treinta años, que el enigmático hechicero resultó ser un personaje histórico real y no de ficción.

Tras bucear en antiguos poemas célticos y otras fuentes crípticas, el experto dice haber averiguado que Merlín, o Myrddin, como se le nombraba antaño, fue un líder de los "Picts", una tribu que habitó las tierras de la actual Escocia.

"Hay más pruebas sobre Merlín que sobre el rey Arturo para apoyar la idea de que fue un personaje real", dijo Matthews en una entrevista que publica hoy el diario "The Independent on Sunday".

El autor esboza su tesis en una biografía, titulada "Merlín: Hechicero, profeta, mago", cuya publicación coincidió con el estreno de la película de Hollywood "Rey Arturo", en la que el actor Clive Owen da vida al monarca.

Matthews sostiene que el mago, como importante jefe tribal, combatió en la histórica batalla de Arderyd en el año 573, una sangrienta lucha entre pueblos de Y Gogledd, o "viejo norte" de Gran Bretaña, y un ejército irlandés invasor.

"Las fuentes -argumenta- me dicen que este rey o príncipe, Myrddin, participó en la batalla y vio morir a miembros de su familia. Esta escena le volvió loco y después se marchó a vivir solo a un bosque".

Conmocionado por la matanza, Merlín se convirtió en una especie de hechicero ermitaño que vagabundeaba por el bosque de Celyddon, en la frontera entre Escocia e Inglaterra, y hablaba con los animales salvajes, andanzas de las que se hizo eco la poesía céltica.

Esa vida solitaria daría pie más tarde al mito del mago Merlín, según Matthews.


¿PURO CUENTO?

"Posiblemente, lo que sucedió fue que cuando los cuentistas empezaron a recopilar las historias artúricas unos pocos siglos después, se toparon con el personaje de Myrddin en la poesía céltica y decidieron incorporarlo".

Otra teoría, ampliamente difundida en el siglo XII por el escritor Geoffrey of Monmouth, gran aficionado al universo artúrico, describe a Merlín como un galés nacido en Carmarthen, que significa "ciudad de Myrddin", e hijo de una mujer y un íncubo o demonio.

En el filme "Rey Arturo", que produce Jerry Bruckheimer y ha contado con la asesoría histórica de John Matthews, Merlín, interpretado por el actor Stephen Dillane, parece "casi un líder guerrillero", según el biógrafo británico, otro aspecto bien distinto da en la más reciente "La última Legión" o en tantos otros títulos que nos han mostrados las mil y una caras del ¿mago?.

En opinión de Steve Blake, director del Centro de Estudios Artúricos de Bangor (Gales), "más allá de romances y leyendas, es casi seguro que existió un Myrddin".

"Como Merlín -declaró Blake-, él se ha convertido posiblemente en la figura mágica más grande que el mundo jamás ha conocido, cuando la verdad es que probablemente no fue nada de eso".
-May-

viernes, 11 de marzo de 2011

Lady Jane Grey: la trágica historia de un reinado de nueve días


Terminando mis estudios, en una de mis asignaturas, me dijeron que eligiese una obra de arte para estudiarla, sin dudarlo elegí el cuadro: "La ejecución de Lady Jane"..Esta elección dio pie a que conociese la trágica historia de una chica de 16 años que fue reina durante únicamente nueve días.. Me enteré de que existía la película que narraba esta historia "Lady Jane" (cuya actriz principal es la ya archifamosa Helena Bonham Carter y se rodó en 1985)...y únicamente os recomiendo verla, a mi me dejo sin palabras..Aquí os dejo un extracto de su historia:

Lady Jane Grey (12 de octubre de 1537 - 12 de febrero de 1554), era bisnieta del rey Enrique VIII de Inglaterra. Fue declarada reina durante unos pocos días en 1553. Se la considera una de las mujeres más cultas de su tiempo.

Jane nació cerca de Leicester. Era la hija mayor de Henry Grey y de su esposa Frances Brandon. Se benefició de un nuevo modelo intensivo de educación para mujeres. Tuvo como tutor a John Aylmer, quien también fue tutor de la reina Isabel I. Al igual que Isabel, Jane pasó largas temporadas en casa de Catalina Parr. Se enamoró profundamente del futuro rey Eduardo VI.
El problema de la sucesión al trono se convirtió en uno de los grandes problemas durante el reinado de Enrique VIII a causa de los conflictos religiosos del periodo. Al producirse el temprano fallecimiento de Eduardo VI, la primera en la línea de sucesión era su medio hermana María. El problema era que María era católica y se temía que pudiera reverter los cambios religiosos que había efectuado Eduardo durante su breve reinado.

Un grupo de intolerantes religiosos, liderados por John Dudley, Duque de Northumberland, que actuó como regente de Eduardo VI, buscaba un heredero protestante. Hicieron que Jane contrajera un matrimonio político con uno de los hijos del duque en 1553. Intentaba así mantener su poder que podía perderse si se efectuaban cambios en el país con un nuevo monarca católico.

En el momento de la muerte de Eduardo VI, Jane era la cuarta en la línea de sucesión, después de María, Isabel y Frances, madre de Jane. La reclamación del trono por parte de Jane no tenía por tanto demasiado sentido.

Eduardo VI murió el 6 de julio de 1553. Lady Jane Grey fue proclamada reina de Inglaterra el 10 de julio de 1553. Según algunas fuentes, Jane fue engañada por su familia política para que optara al trono; rehusó nombrar a su esposo rey.

María era mucho más popular que Jane, en parte por el trato que había recibido su madre Catalina de Aragón. Cuando Jane fue derrocada, María envió un emisario para intentar que Jane se convirtiera al catolicismo.

La rebelión protestante encabezada por Thomas Wyatt a principios de 1554 selló el destino de Jane, a pesar de que no estuvo en ningún momento relacionada con la rebelión. La rebelión se precipitó ante el inminente matrimonio de María con Felipe II de España.

Tan sólo cinco días después del arresto de Wyatt, Jane Grey fue ejecutada. Además, los españoles instaron a María a ejecutar a Jane para destruir un posible obstáculo en el reinado de María. La ejecución de Jane tuvo lugar el 12 de febrero de 1554 en la Torre de Londres. Jane solamente tenía 16 años.

NIMUE
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Enoch comentó: Como seguidor que soy de la actriz Helena Bonham Carter anduve rebuscando y rebuscando hasta encontrar el dvd sobre la historia de esta joven reina, su trágica vida y su trágica muerte. Realmente es interesante y creo que Helena, pese a su juventud cuando se rodó la película y su inexperiencia, borda el papel y hace de un film que bien podía haber sido un telefilm de sobremesa una película interesante de ver.
 
Nimue respondió: La verdad es que sí. A pesar de su juventud, aborda con coraje y maestría el papel de la joven Jane Grey (me encanto la entereza del personaje y el coraje con que defendió hasta el final sus principios..). Un personaje que tampoco se me paso por alto en esta pelicula, fue el de María Tudor (primogénita del archifamoso rey Enrique VIII), que años mas tarde sería conocida por "Bloody Mary" (María la Sangrienta) al ordenar matar a todo aquel que decidiese no unirse al catolicismo, y que fue la responsable de que la vida de Lady Jane fuese borrada tan pronto de la faz de la tierra..lo que es la avaricia, el poder y el Estado...

miércoles, 2 de marzo de 2011

Juana I de Castilla: loca de Amor


La historia no ha sido muy condescendiente con Juana, la hija de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. Su sobrenombre de La Loca nos demuestra que no ha tenido muy buena prensa. Juana nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Su gran parecido a su abuela paterna, doña Juana Enriquez, motivó que, cariñosamente, Isabel llamara a su hija "mi suegra".

Su educación estuvo marcada por la severidad, tanto de su madre como de sus maestros. Buena muestra de ello es que aprendió latín siendo bien pequeña. Pronto se manifestó en Juana una vena mística que ella pretendió encauzar haciéndose monja. Pero sus padres tenían otro objetivo para la atractiva Juana y cuando cumplió 16 años fue concertada su boda con el archiduque Felipe de Austria, hijo de Maximiliano I y María de Borgoña, conocido por el sobrenombre de El Hermoso. El enlace entraba dentro de la política exterior de los Reyes Católicos, que tenía como fin cercar al enemigo reino de Francia. Para ello también casaron a su heredero, el príncipe Juan, con la hermana de Felipe, Margarita de Austria.

La boda se celebró en Lille el 21 de agosto de 1496, prematuramente, ya que ambos cónyuges sintieron una mutua atracción nada más verse, deseando consumar el matrimonio cuanto antes. El matrimonio no cambió la actitud conquistadora de Felipe, acostumbrado a mantener relaciones sexuales con las damas de la corte, actitud que doña Juana no estaba dispuesta a permitir. Por eso pronto aparecieron los celos y los enfrentamientos entre los esposos. A pesar de esta desagradable situación, Juana y Felipe tuvieron seis hijos.

El primer parto tuvo lugar el 15 de noviembre de 1498, naciendo una niña a la que se puso el nombre de Leonor. Pasando el tiempo, primero se casará con el rey Manuel I de Portugal y tras quedarse viuda, contraerá matrimonio con Francisco I de Francia.

El 24 de febrero de 1500 nace su segundo hijo, Carlos. Cuenta la tradición que el parto tuvo lugar en un pequeño retrete del palacio de Gante, debido a la facilidad de Juana para dar a luz, y a los celos, de ahí que acudiera a una fiesta para vigilar constantemente a su marido.

El tercer alumbramiento se produjo en 1501, viniendo al mundo una niña a la que se llamó Isabel, que sería reina de Dinamarca tras su matrimonio con Christian II. Parece ser que este embarazo vino motivado por la muerte del infante don Miguel de Portugal, lo que dejaba la sucesión al trono de España en manos de Juana. El ambicioso Felipe se mostró durante una temporada solícito y servicial, naciendo la pequeña Isabel de estas relaciones. Felipe, que ya era duque de Borgoña, de Luxemburgo, de Brabante, de Güeldres y Limburgo y conde de Tirol, Artois y Flandes, deseaba ampliar cuanto antes su poder. A principio del año 1502 Juana y Felipe llegaron a Fuenterrabía para ser jurados príncipes de Asturias en Toledo y príncipes de Gerona en Aragón. El 10 de marzo de 1503 nacía en Alcalá de Henares el cuarto hijo del matrimonio: Fernando, futuro Emperador de Alemania y rey de Hungría y Bohemia, el ojito derecho de Fernando el Católico. Felipe partió para Flandes alegando cierto desgobierno en sus estados y Juana quedaba en Castilla. Pronto decidió acudir en compañía de su esposo, a pesar de su estado tras el parto, por lo que fue detenida por su madre. Desde ese momento se apuntó la enfermedad mental de Juana como un elemento a vigilar, por lo que los Reyes Católicos desearon que quedara a su lado. Pero Juana ansiaba tanto reunirse con su marido que, desestimando los consejos, decidió marcharse a Flandes.

Tras el fallecimiento de Isabel en 1504, Juana era nombrada reina propietaria de Castilla y León, siguiendo el testamento de la reina católica. Don Fernando se encargaría de la regencia mientras los flamantes monarcas llegaban procedentes de tierras flamencas. A finales del año 1505 Juana tendrá una nueva hija, María, que casará con el rey Luis de Hungría y Bohemia.

En la primavera de 1506 llegaban Juana y Felipe a La Coruña, tras una estancia en Inglaterra. La llegada de los reyes provocó el definitivo enfrentamiento entre Felipe y Fernando, siendo una de las causas la pretendida locura de Juana esgrimida por el Hermoso para hacerse con la regencia. Fernando abandonó Castilla y dejó expedito el camino a su yerno .

En los primeros días del mes de septiembre de 1507 don Felipe jugaba un partido de pelota con sus más allegados en Burgos. Después de practicar deporte, bebió agua helada, por lo que al día siguiente se sintió con fiebre. Nunca se curó y el día 25 de septiembre de 1507 fallecía, especulándose que pudo haber sido envenenado, lo que no se pudo probar. Un cortejo encabezado por la reina se trasladó hacia Granada, viajando siempre de noche y alojándose en lugares donde las mujeres no pudiesen tener contacto con el cortejo, lo que aumentó las noticias de la locura de doña Juana. Precisamente de camino a Granada tuvo Juana su último alumbramiento, naciendo una niña llamada Catalina, el día 14 de enero de 1507, en Torquemada. Catalina contraería años después matrimonio con Juan III de Portugal. Juana no deseaba el gobierno del reino y mandó llamar a su padre para que se hiciera cargo de los asuntos de Estado como regente de Castilla. Dando muestras de enajenación mental -no se cambiaba de vestido ni se aseaba e iba acompañada del féretro de su esposo- se decidió que Juana fuera encerrada en Tordesillas. Corría el mes de enero de 1509 y allí permaneció el resto de sus días, vestida siempre de negro y haciendo una vida retirada, lo que contribuyó a acentuar su problema mental. El 12 de abril de 1555 fallecía doña Juana, tras 46 años de reclusión, cubierto su cuerpo de llagas al negarse a ser aseada y cambiada de ropa. Quizá la pobre Juana tuviera una leve enfermedad mental, pero no se llevó a cabo un programa de recuperación muy adecuado con ella al encerrarla en Tordesillas, aunque, para descargo de sus familiares, esto ha sido práctica común con la mayoría de los enfermos mentales hasta nuestros días.

Doña Juana I de Castilla (no me gusta para nada el sobrenombre que la misma Historia le ha impuesto) fue una mujer a la que le tocó vivir en una época que no correspondía con su manera de pensar y de querer vivir. Fue una luchadora nata, y así lo demostró hasta el día de su muerte en aquel lóbrego Castillo de Tordesillas, al que tuve el honor de acudir como turista en uno de mis viajes por la Península.
Como a muchos otros personajes históricos de los que no sabemos gran cosa, el olvido los ha obligado a quedar relegados a un segundo plano..por eso, desde aquí me gustaría recordar a la figura de Doña Juana I y para ello os recomiendo que veais al peli que se hizo sobre su vida (cuya protagonista principal es Pilar López de Ayala) y os leais su biografía: Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas.

- Nimue -