Valoración: 8/10
The imaginarium of Dr. Parnassus
En la mente de Terry Gilliam
¿Volvería Terry Gilliam a recuperar la magia después del desastre de Tideland? Esa era la inevitable pregunta que todos los seguidores del director se repetían a medida que El hombre que mató a Don Quijote se iba al garete y éste otro proyecto se encontraba con más y más dificultades para salir adelante. Una vez superados todos los contratiempos ya podemos decir que la espera ha merecido la pena. Y es que aunque The imaginarium of Dr. Parnassus está muy lejos de ser perfecta si que es puro Terry Gilliam. Con sus excesos, defectos y contradicciones, pero Terry Gilliam al fin y al cabo.
La historia de la película es digna del mejor Neil Gaiman. El Dr. Parnassus y su compañía de actores recorren las calles de Londres con un espectáculo ambulante propio de otros tiempos. Lo que parece ser un estrafalario y decrepito guiñol de cartón piedra esconde en realidad una entrada a los sueños de los espectadores a través del espejo mágico del Dr. Parnassus. La función no es gratuita: Todos los que se adentran en el espejo deben poner a prueba las virtudes de su alma si quieren regresar al mundo real. Por desgracia, el anciano hizo un pacto con el Diablo y éste quiere cobrárselo llevándose a su hija a no ser que consiga derrotarle en su propio terreno, el de las apuestas.
La película rescata todos los tópicos del cine fantástico del Terry Gilliam, personajes excéntricos, fantasías dalinianas y un argumento que deja la verdadera interpretación de la historia a la imaginación del espectador. Uno puede pensar tanto que todo lo que cuenta es cierto como que solamente se ha tratado de un sueño delirante en la cabeza de un vagabundo en busca de su hija fugada. El director recupera así un imaginario cercano al de Las aventuras del barón Münchausen (ahí está Charles McKeown ayudando con el guión) que incluso se permite tomar prestadas las bifurcaciones alegóricas de El progreso del peregrino de John Bunyan o el surrealismo de los Monty Python pero que siempre regresa a esa ciudad decadente de la que es imposible escapar. Siempre hay otra cara de la moneda, realidad y fantasía, los diferentes rostros de un Diablo con principios o un altruista que solo esconde codicia.
Merece la pena comentar la originalidad técnica con la que se han recreado los universos fantásticos porque los efectos especiales de esta película están completamente fuera de las tendencias infográficas del cine actual. Evidentemente, algunas escenas como la del templo -ese impecable acercamiento a vista de pájaro tras la música de los hermanos Michael y Jeff Danna- ceden a la espectacularidad pero en otras nos encontramos con ideas tan originales como un mundo en purpurina a lo anuncio de perfume o ese otro compuesto de verdes praderas en stop motion y escaleras infinitas que casi nos recuerda a un videojuego retro. Una manera muy interesante de entender los trucos digitales ahora que muchas películas deberían replantearse el precio de su preponderancia.
Casi se puede decir que la película reúne a una pequeña muestra generacional de intérpretes. Empezamos por los veteranos, unos impecables Christopher Plummer y Tom Waits, seguimos con la magnética presencia de Heath Ledger y el diminuto Verne Troyer y terminamos con la juventud de los prometedores Andrew Garfield y Lily Cole. Todos están divertidísimos. Pero eso no es todo. Tal y como nos indica el cierre de la película, The imaginarium of Dr. Parnassus es ante todo una película de Heath Ledger y amigos. Así, al fallecido actor le sustituyen dentro del espejo Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell en una serie de apariciones fugaces que no solo han servido para poder completar el film sino que también representan un último reconocimiento al joven intérprete. Es un homenaje presencial, completamente fuera de la pantalla, aunque casi podríamos añadir su estampa a esas otras de la princesa Diana, Rodolfo Valentino o James Dean que en uno de los mundos imaginarios se llevan los barcos por el río de la inmortalidad.
Aunque visualmente apabullante, el trabajo de Terry Gilliam tiene sus puntos en contra. A su película le falta ritmo y una buena dosis de congruencia narrativa pero aún con todos sus defectos es una obra única de un autor que no admite comparaciones. Los detractores del universo Gilliam pueden restarle una estrella al resultado final sin problemas. Una nueva pregunta queda en el aire: Aunque parece que la ausencia de Ledger se ha suplido convenientemente uno no puede evitar preguntarse en qué medida ha trastocado el guión original del film, sobre todo cuando en su segunda parte el argumento se tambalea peligrosamente. En cualquier caso, puede que esta no sea la película que el director quería hacer en un principio pero no cabe duda de que sigue siendo su película.
Keichi