Charles Cullen, el pequeño de nueve hermanos, es enfermero de 46 años y veterano de la Marina. Su padre era conductor de autobús y su madre ama de casa. Creció en un vecindario de clase obrera en Nueva Jersey. La familia era profundamente religiosa. Sus padres murieron al igual que dos de sus hermanos.
En el 2003 compareció ante el juez Paul Armstrong, y se declaró culpable de matar a unas 40 personas durante los últimos 16 años, en las instituciones sanitarias donde trabajó. El juez ha fijado una fianza de un millón de dólares.
En 1978 decidió alistarse en la marina de los Estados Unidos y cuando salió ingresó en una escuela profesional de enfermería.
Se casó y tuvo dos hijas pero pronto se divorció. En 1998, se había quedado sin trabajo y estaba lleno de deudas.
Lo sorprendente es que a pesar de que su pésimo expediente laboral, Cullen nunca tenía problemas para conseguir otro trabajo. Pero todo acabó cuando se encontró envuelto entre numerosas preguntas referentes a la muerte del Reverendo Florian Gall. Ahora lo están investigando en siete condados a través de la fiscalía de los Estados Unidos.
A Cullen se le acusó de la muerte de Florian Gall, un vicario en el condado de Hunterdon, quien ingresó en el hospital con un infarto pero su muerte no se debió a un fallo cardíaco, sino a que recibió una excesiva dosis de un medicamento utilizado en pacientes con problemas del corazón.
La víctima del segundo crimen que se le imputó, fue Kyung Han, una mujer de 40 años, enferma de cáncer y del corazón, que recibió una sobredosis del mismo medicamento y murió por causas sin relación con su enfermedad, después de haber sido dada de alta del hospital.
A raíz de estas muertes y después de varias investigaciones internas del hospital, se encontró que Cullen era el denominador común entre unos 16 pacientes muertos en las mismas condiciones.
Empezó a ser sospechoso de varios asesinatos, siempre por muertes inesperadas, y se empezó realizar exhumaciones de cadáveres como parte de la investigación. A otras posibles víctimas se les hizo un informe toxicológico donde parece demostrarse la alta presencia de digoxin en la sangre a pesar de que los pacientes nunca habían tenido prescrito este medicamento.
Se marchó del hospital St. Luke's en Bethlehem para evitar una investigación por la muerte de unos 69 pacientes y por la caja llena de medicación para el corazón encontrada en su casilla. En su momento no se le consideró culpable ahora se repasarán dichos casos.
Según sus declaraciones, actuó así para aliviar el dolor y sufrimiento de los enfermos, pero las investigaciones confirman que muchos de los pacientes no mostraban enfermedades terminales o de gravedad. El 2 de marzo del 2006, durante el nuevo juicio, Charles Cullen, evitó ser condenado a muerte tras llegar a un acuerdo con la fiscalía mediante el cual él les diría a que pacientes mató usando inyecciones de medicamentos difíciles de detectar.
Confesó haber matado hasta 40 personas durante su carrera como enfermero, que empezó en 1987. Fue sentenciado a 11 cadenas perpetuas consecutivas por 22 asesinatos e intento de homicidio de otras tres personas sólo en Nueva Jersey.
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