En esta obra, Victoria continúa su viaje por las tinieblas, pero ahora por unas mucho más reales, más cotidianas, más tristes y trágicas... una colección de sombras siempre iluminadas por una ténue luz de esperanza.
En "El corazón de Arlene" se nos cuenta la trágica historia de una indigente vendedora de muñecas que fallece víctima de un cancer de mama. En su caída al más allá se encarnará en una de sus creaciones, una de sus muñecas, que cobrará vida descubriendo una cicatriz que sustituye a uno de sus pechos, cicatriz bajo la que no habita un corazón, pero sí el deseo de buscarlo, aunque tenga que viajar por lo más oscuro de este mundo.
Arlene encontrará en su camino, durante su búsqueda, una amplia galería de personajes. Intentará comunicarse con ellos, que la vean... y dejar a su paso un pequeño atisbo de felicidad en sus más que lúgubres vidas.
Esta obra se reviste de una calidad técnica mayor que sus predecesoras. Los retratos son más perfectos y realistas, y la autora sabe contrastarlos con otras ilustraciones plagadas de acuarela, color y sombras, incluso algún homenaje a cuadros clave del expresionismo. Victoria y Arlene nos van presentando, mientras sufren con su propio cáncer y buscan su corazón a otros enfermos, ya no vampiros, brujas y almas errantes, sino drogadictos, ancianos abandonados, animales maltratados, víctimas de la guerra... y un largo etcétera de seres al margen, abandonados, solitarios, dolientes... La oscuridad gótica, sus tinieblas, se transforman en otra oscuridad más cercana, más real, y la tristeza, melancolía y ternura que despiertan es aún mayor. Si bien sus ilustraciones ahora resultan más viscerales, mas explícitas, e incluso provocadoras, si bien en algunos casos pueden resultar incluso zafias, por los temas que muestran, resulta finalmente cierto que la catarsis provocada en el lector es mayor, la tristeza, la esperanza, el temor, y todas las sensaciones que esta autora tan bien ha sabido transmitir dan un paso adelante y calan más hondo en el espectador.
Igualmente los textos que acompañan las ilustraciones han cambiado sustancialmente, su tono narrativo es más vívido, rítmico, explicativo... guía al lector en el viaje de esta esperanzada muñeca de un modo radicalmente distinto a como nos ocurrió con Favole, se desprende de sus barrocas vestiduras para acercarnos una lectura más próxima, más real como sus nuevos personajes.
A modo anecdótico comentar igualmente que las partes "anexas" al libro, a diferencia de lo que ocurre en otros, son bien interesantes de leer, como la introducción realizada por un cirujano, el epilogo a cargo de Cristina del Valle o las propias notas de la autora con el "por qué" .
Esta es una valiente apuesta de Victoria Francés, que arriesga el todo por el todo con este giro, y reta a aquellos que quisieron adentrarse con ella en la oscuridad a mirar las sombras más cercanas.
-Enoch-
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