Valoración:5/10
Un tren surca la noche, en él viaja un doctor con su hijo camino a su hogar y al hospital donde se le necesita para unas urgentes intervenciones, junto a ellos una galería de personajes con los que van interactuando durante el trayecto, y, entre ellos, un demente. Alguien manipula los frenos del tren y lo conduce, a toda velocidad, a una muerte segura. Están solos para buscar soluciones que les salven la vida, la tensión y las sospechas están servidas.
Omid Nooshin dirige un film de formas clásicas, un thriller en estado puro con reminiscencias a estructuras y recursos del maestro Hitchcock, aunque su resultado y la sensación que nace tras su visionado y análisis es de total irregularidad, de convivencia de factores estupendos y catastróficos.
A su favor: El trabajo de los actores capitaneados por Dougray Scott (Perfect Creature) encarnando al médico protagonista así como un buen dibujo de los mismos en el guión del film consiguen una rápida empatía en la audiencia y una alta implicación en lo bueno y malo que les ocurra, además de conseguir tejer un buen entramado de sospechas dentro y fuera de la pantalla. Los recursos técnicos que consiguen la sensación de claustrofobia mediante su fotografía y el uso de los espacios. Los efectos visuales son también correctos y medidos para no alejar la historia de los personajes hacia el espectáculo.
En su contra: El guión patina en más de una situación y genera más de una escena un tanto incongruente. Tan bien como empieza, enreda y desarrolla las situaciones, se espera una mejor capacidad resolutiva, más giros de interés y la entrega a la audiencia de un abanico de resultados y explicaciones mayor tras haber conseguido ponerla a pensar, sospechar y teorizar. Con salvedades no es que sea un mal guión, pero se queda demasiado corto, escaso y sencillo, y por su culpa cae varios puntos la valoración global de una película en la que el resto de los elementos sí estaban funcionando.
En conclusión, “The Last Passenger” es un thriller ameno, para pasar un buen rato sufriendo por el destino de sus protagonistas, pero al que, aunque inicialmente parezca lo contrario, no se le puede pedir mucho más allá del entretenimiento.
-Enoch-
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