Un grupo de amigos decide pasar sus vacaciones lejos de
todo y de todos, sin que nadie sepa de su paradero y devenir, desenchufados de
su rutina, su propia realidad. Para ello elegirán un destino paradisíaco, y,
mochila al hombro, se adentrarán en lo más profundo de la naturaleza para que
su experiencia de aislamiento sea completa. Vivirán unos días en comunión con
la naturaleza y la juerga, desinhibidos y con ganas de disfrutar la experiencia
a tope. Todo va según lo previsto hasta que el hallazgo de una gruta despierta
su curiosidad, y no tienen más brillante idea que aventurarse en las entrañas
de la tierra, en su oscuridad, sin material apropiado ni suministros. El paseo
subterráneo comienza entre risas, pero el destino les tiene preparadas
terroríficas sorpresas.
Alfredo Montero dirige esta película de terror que busca
la empatía del espectador frente a los miedos más básicos, como la oscuridad,
el encierro, la claustrofobia, el hambre, la muerte… intentando conseguirlo
mediante la verosimilitud de su relato esquivando (muy acertadamente) todo
ingrediente fantástico y sobrenatural en pos del más puro terror, aquel con el
que uno puede toparse en la realidad. Un potente reto que salda con nota y unos
resultados que apuntan talento, razón por la cual ha recibido reconocimientos y galardones varios a su paso
por diversos festivales.
Bien es cierto que el guión del propio director junto a Javier
Gullón tiene una primera parte, donde se nos presenta a los personajes, que
peca de cierta banalidad, que nos dibuja unos protagonistas lo suficientemente
descerebrados para introducirse en la boca del lobo sin medios, pero no lo
suficientemente cercanos o entrañables como para implicar emocionalmente a la
audiencia con sus desgracias.
Frente a este error se alza el acierto de haber elegido
el formato “found footage” (metraje encontrado) como lenguaje narrativo, pues
este erige al espectador como un componente más de la expedición al corazón de
las tinieblas, con lo que la experiencia le es inmersiva y aunque le resulte
indiferente el destino de los personajes, sufrirá por la propia necesidad de
salida del espacio asfixiante de regreso a la luz. Otro factor digno de mención
y que contrarresta la dudosa calidad de ciertas situaciones o diálogos, es el
buen hacer de su elenco protagonista, que dota a la cinta de la necesaria autenticidad.
Por todo ello pedimos paciencia a aquellos que se
enfrenten a su visionado, que el primer tramo no les lleve a engaño, ya que no
es una tonta película más de metraje encontrado, pues una vez que “La cueva”
que le da título hace su aparición, y personajes y audiencia son devorados por
las tinieblas, la cinta se transforma en una experiencia de terror de calidad,
donde la gestión de la historia, del espacio (su hábil mezcla trae
reminiscencias a un híbrido de “Buried” y “The Descent”) y la perspectiva,
resultan brillantes. Recomendable para pasar un mal rato de buen cine.
Enoch
Trailer:
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