Valoración: 5/10
Jim Mickle realiza, tras la dirección y el guión (junto a Nick Damici), la aportación del cine independiente norteamericano a la ingente cantidad de películas sobre vampiros que imperan en el panorama de cine fantástico y de terror de los últimos tiempos con ecos post apocalípticos que traen “The Road” (La carretera) a la memoria.
“Stake Land”, nos sitúa en el territorio americano en un tiempo futuro indeterminado donde una plaga ha arrasado todo a su paso, dejando un devastado panorama post-apocalíptico y transformado a la mayoría de los seres humanos en una criaturas sedientas de sangre, vampiros.
En este ambiente conoceremos a un huérfano, Connor Paolo, y un cazador de vampiros, Nick Damici, que lo salva de un funesto final y lo hace su pupilo y acompañante en un viaje hacia el norte, en pos de la supervivencia, atravesando mil peligros, en busca de una tierra ajena a la enfermedad.
Uno de los puntos más interesantes del film es la recuperación de unos vampiros salvajes, primigenios en algunos casos, desarrollados en otros, diversificados y jerarquizados, más cercanos a los vistos en “30 días de oscuridad” que a los edulcorados inmortales de “Crepúsculo”. Varias de las secuencias de ataques de las criaturas, y la interacción con ellas, componen las partes más vistosas e interesantes de la película
En cuanto a su reparto, valoro las interpretaciones como bastante insulsas, carentes de pasión y de difícil empatía con la audiencia. Nada remarcable a este respecto, quizás en todo caso la recuperación de Kelly McGillis (Top Gun), que aporta una de las escasas dosis de emoción que detectaremos en pantalla.
Un factor discutido de la película es su ambientación musical, a cargo de Jeff Grace, pausada, tranquila, melancólica… genera contrapuestas reacciones en la audiencia, a la vez que dota a la película de un sosiego que, bajo mi opinión personal, perjudica al ritmo de la misma y empuja al tedio.
Con lo que, analizándola globalmente, resulta “Stake Land” un film irregular, y aunque su guión nos hable con bastante corrección de temas de interés como la lucha, esperanza, fanatismo, corrupción… sus vacíos narrativos, sus espacios insulsos, una cierta sensación de “ya visto en otras propuestas cinematográficas” y la falta de profundidad en muchos de sus personajes no terminan de redondear el producto. Pasable, mas olvidable.
- Enoch -
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