miércoles, 9 de noviembre de 2011

Evan (VIII)

- CAPITULO 8 -

El reloj marcando las siete de la tarde, inaugura el naciente crepúsculo, tiñendo de escarlata un cielo amenazador, inquietante tonalidad auspicio de lo que espero sea una noche sangrienta.

Las ansias de venganza instaladas mas agudas que nunca en mi corazón, han alterando el azul de mis ojos en el mas frío gris, puro acero deseando ensartarse en lo mas profundo de su ser, Briana.. Ellos arrancaron de mí cualquier posibilidad de una vida... humana… y yo voy a arrancarle a Alastor su tesoro mas preciado, su protegida.

La imagen de Jane, entregada, regalándome sus caricias bajo las sábanas, cruza mi mente, y distorsiona mis facciones, endureciendo una mueca ya de por si despiadada.

No habrá paz…

El sordo sonido del claxon interrumpe mis pensamientos, arrancando bruscamente mi amoroso recuerdo. Cargo mis armas, mi chupa de cuero y el punto justo de locura en el cuerpo indispensable para lo que se avecina.
Un breve saludo y nos ponemos en marcha.

El Range avanza por la pista forestal recorriendo un paisaje casi invernal. La luna llena y su plateada iluminación permite ver la magnitud y la belleza del lugar. Insulso esplendor que pasa inadvertido ante la entusiasta exposición de las nuevas de Mike. Concentrados tan solo en la reciente localización de Briana, nos dirigimos con apremio al lugar.

- La vampira acude desde hace dos semanas con cinco chupasangres al antiguo matadero del puerto los viernes, los universitarios organizan fiestas desenfrenadas y créeme que la princesita y su séquito se hartan de comer.
Los estúpidos niñatos exponen hipnotizados su yugular y se dejan destripar como si de un orgasmo se tratara.

- Débil e inocente mente humana, –suspiro- tan manipulables, incapaces de apreciar ni siquiera cuando les están robando la vida…

Briana... no hay que subestimarla, sus aptitudes psíquicas son espeluznantes, capaz de doblegar la mente de cualquier humano y de la mayoría de los de su especie, convirtiéndoles en títeres a su merced y voluntad.

- Lee la mente, verdad? – me pregunta Mike curioso, sin un atisbo de miedo en su voz, este chico no le teme a nada.

- Por eso procuro que nunca lo sepas todo- digo mirándolo de reojo con aparente despreocupación- por eso no quiero preguntas. Nunca se sabe quien podrá meterse en tu cabeza.

El efluvio a aguas portuarias satura mi olfato y la estridente música “trance”- invade el lugar.
Aparcamos silenciosamente a 2 manzanas del gentío, agrupado en el exterior alrededor de una crepitante hoguera.
Hechizados por las drogas y el alcohol, ignorantes de la despiadada ruleta rusa en la que se han enredado.

El espeluznante espectáculo se inicia a los pocos minutos.
Los seis chupasangres se despliegan a su alrededor en formación de ataque, Como leones rodeando a su presa, sigilosos, poderosos, con la vidriosa mirada rebosante de sed…
Atacan sin piedad, al tiempo que Briana crea una barrera psíquica que aturde a cualquiera que se encuentre en el interior del local.
El rugido de placer de un macho destrozando la garganta de una indefensa chiquilla, contrasta con su ahogado alarido de terror.
La sangre llama la sangre y los vampiros enloquecen ante su aroma. La batalla se ha desatado.

Miro a Mike armas en mano y nos precipitamos hacia ellos.
La repulsión que siento hacia la falta de respeto a la vida humana, a lo que ellos fueron una vez, multiplica mi rabia y mis ansias de matar.
Mis colmillos palpitan en mis encías, y no con sed de sangre, sino con sed de aniquilar. En el frenesí del festín, acuchillo al vampiro por la espalda, el filo rasga como mantequilla su carne hasta el corazón.
Se desintegra en pocos segundos, demasiado tarde para salvar a la pequeña…

Briana levanta furiosa su mirada hacia mi y la desafío con un rugido perverso.
Sin dejar de mirarla agarro por el pelo la rubia melena de su camarada, retorciendo su cuello hasta una posición antinatural que la hace desplomarse pesadamente contra el asfalto. Un súbito movimiento de mi puño, demasiado rápido para los ojos humanos y la vampira se convierte en polvo.
Mi buen aprendiz se encarga de otros 2 con eficacia, no sin antes llevarse un par de salvajes mordiscos. Salpicado de sangre y con un cuerpo desintegrándose a sus pies, me mira con satisfacción y la respiración acelerada.

La multitud se esparce presa del pánico dejando tras de si ocho vidas perdidas, algunas aún agonizantes sobre lechos carmesí. Impidiendo futuros aterradores traumas, borro su memoria con el pensamiento confiando obtener más éxito que la última vez.

Maldito segundo, maldito recuerdo en el que Jane reaparece, grabándose en el cerebro del engendro que me mira con una media sonrisa diabólica..
Disparo mi magnum alcanzándole en el hombro y estallando dentro de su cuerpo.. Ruge airada y huye ensangrentada con su compañero cabalgando a lomos de una Ducati..

Mike corre eufórico hacia mi

- Por que poco jefe! Ha sido un golpe rotundo! Huyendo como corderos! Estamos cerca Evan!

Lo miro alarmado.

-Jane!


- Sikeray -

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