Valoración:7/10
Un Viejo barco pesquero y el grupo de hombres para los
que es herramienta de sustento y segundo hogar están pasando un mal momento.
Necesitan dinero para subsistir y mantenerse en el negocio, y sólo fuera de la
legalidad podrán conseguirlo. Su opción será colaborar (por una sustanciosa
cantidad) para introducir clandestinamente a inmigrantes chinos en Corea.
Como tantas veces, se adentrarán en alta mar, donde en
esta ocasión, en su bodega el pescado será sustituido por humanos. Todo va
sobre ruedas, pero la tragedia parece flotar en la niebla.
Shim sung-bo, el que fuera guionista de “Memories of a
Murder” salta a la dirección con este contundente proyecto de cuyo guión
también es responsable junto a Bong Joon-ho (peso pesado del cine coreano, pues
firma la dirección de películas de la talla de “The Host”, “Snowpiercer”,
“Mother”, o la propia “Memories of a Murder”, entre otras). La calidad obtenida
por el tándem de creadores ha conseguido que el barco de “Haemoo” navegue mucho
más allá de las coreanas fronteras anclando en los más diversos puertos y
festivales de primera categoría, como Toronto o el 62 Festival Internacional de San
Sebastián donde compitió en su Sección Oficial.
“Haemoo” es una trepidante historia con unos muy
peculiares personajes que nos pueden parecer incluso caricaturescos, pero
salvando el abismo de diferencia cultural, están eficientemente dibujados para
clarificar sus roles y despertar odios o simpatías en el relato. Su tono
narrativo busca siempre el entretenimiento y la captura de atención del
espectador, cosa que consigue más que sobradamente de principio a fin pese a su
larga duración. No obstante, el guión sabe tener la sutileza suficiente para
intercalar entre el divertimento o la tensión, elementos de interés social o
cultural, enriqueciendo así la obra (y en algún caso, complicando para el
público occidental la completa comprensión de algunas escenas en toda su
magnitud).
Destacaremos su buena ambientación, aderezada por una
interesante banda sonora y una estupenda fotografía de Kyung-Pyo Hong que,
lejos del preciosismo al que el cine coreano nos tiene acostumbrados, busca una
imagen sucia, turbia y gris muy adecuada para el tono general de una película
que cabalga entre el drama social y el más oscuro y sangriento thriller.
Una propuesta intensa, diferente y muy interesante.
Recomendable, más no para paladares cinéfilos sensibles.
Enoch
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