Rebecca es una mujer fuerte e independiente, su
indignación por las injusticias sociales en el mundo es mayúscula y su arma
para luchar contra ellas es su trabajo, la fotografía. Se desplaza a zonas de
conflicto, de guerras y peligros para, a través del ojo de su cámara, denunciar
y remover conciencias. Pero un paso en falso en uno de sus últimos trabajos, el
seguimiento de terroristas suicidas, le implica más allá de lo acostumbrado.
Salva la vida, pero las heridas físicas y emocionales que le deja el suceso,
hacen que tanto ella, como su familia, se replanteen este modus vivendi.
Rebecca es consciente del peligro, pero es reacia a abandonarlo, su marido no
soporta la tensión de la incertidumbre y teme tanto por ella como por el
malestar de sus hijas en común. Decisiones habrán de ser tomadas.
Esta coproducción de Noruega con Irlanda y Suecia
dirigida por Erik Poppe se sumerge en un tema tan universal como la implicación
y tiempo dedicado al trabajo y la familia y las repercusiones de una mala
gestión de atenciones. A ello le suma el factor peligrosidad del trabajo de la
protagonista, pero, si bien este hecho embellece y da profundidad dramática el
extremo empleo de ella, no lo utiliza como elemento morboso ni lacrimógeno, lo que
es un acierto.
Además de un inteligente y bien estructurado guión que sí
que tiene el equilibrio que le falta a la protagonista en su vida, esta
película si tiene una fortaleza principal, esta reside en el gran trabajo de
los actores, sobre todo del “matrimonio” protagonista. Juliette Binoche (El
paciente inglés) y Nikolaj Coster-Waldau (Juego de Tronos) dotan a sus
personajes de un abanico de matices y trasfondos en absoluto maniqueos que los
hacen altamente cercanos y creíbles, dando absoluta verosimilitud a cada gesto
y detalle de su creación.
En el apartado técnico, hay que destacar la cuidada
fotografía de John Cristian Rosenlund, que sabe aprovechar el dramatismo de las
zonas de conflicto con igual fuerza que las situaciones más íntimas y los
momentos de pura reflexión emocional con unas imágenes de gran belleza. Este
trabajo está aderezado con una interesante banda sonora, obra de Armand Amar,
que termina de crear la atmósfera necesaria para la narración.
Una colección de reflexiones sobre lo que se necesita,
sobre lo que se quiere, sobre los principios y la dificultad de las decisiones...
hechas cine. Una película sobria e interesante, bien realizada e interpretada,
recomendable.
Enoch
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