"Exodus" nos narra, sin sorpresas argumentales, la
historia bíblica de Moisés (Christian Bale),quien fuera criado como hermano del faraón
egipcio Ramsés (Joel Edgerton) en unos tiempos en que los hebreos no eran más
que animales utilizados como esclavos, y se terminara erigiendo como el libertador de un pueblo oprimido. Para ello
se aliará con Dios mismo, y tras desplegar una espectacular galería de plagas
sobre los tiranos, emprenderán la peligrosa huida hacia la tierra prometida.
Ridley Scott, aclamado director de films como
"Gladiator" o "Thelma & Louise" firma esta super
producción épica que si bien ha levantado grandes expectativas, recolecta ahora
pobres comentarios sobre su irregular resultado.
Si en algo triunfa esta película es en su majestuosidad
visual, una grandeza (digital) que revive tiempos de leyenda y hace resurgir el
esplendor de un imperio como el egipcio de una forma vívida y detallada, lo que
ya es un placer para los sentidos. Igualmente subraya las escenas ligadas con
las plagas, las batallas, la frenética huida y persecución por las escarpadas
montañas o cuencas marinas con unos efectos visuales dignos de reverencia por
su espectacularidad y belleza. Este virtuosismo se enriquece de aquello que va
más allá de lo digital, pues saca el máximo partido a los parajes naturales
donde se desarrolla la acción, que se visten de gala gracias a la fotografía de
Dariusz Wolski y ofrecen imágenes de verdadera postal. En cuanto a su uso del
3d, es menos gratuíto que en otras producciones de este nivel, embellece y dota
de un especial realismo al viaje en el tiempo y multiplica la impresión de las
escenas de riesgo, aunque, una vez más, en aquellas de barroca batalla, sólo
aporta confusión y barullo. Por su parte, Alberto Iglesias firma la partitura de una banda sonora con la calidad a la que nos tiene acostumbrados, de agradable escucha e ideal factura para ambientar el relato.
En cuanto al apartado de interpretación, podemos afirmar
que Christian Bale está al nivel del personaje, sabe dotarlo de carisma,
magnetismo y fuerza... pero quizás sea el único que le da especial vida a su
creación, porque, tanto su enemigo, el faraón, como toda la galería de personajes,
dejan cierta sensación de vacío además de sentirse totalmente planos. Pienso
que este factor viene por un imperfecto trabajo en el casting de actores y
actrices y, sobre todo, por un muy pobre guión firmado por Steve Zaillian. Por
un lado se desaprovechan intérpretes de la talla de Ben Kingsley o Sigourney
Weaver y por otro, aquellos que tienen más trascendencia sufren de escenas
cargadas de textos que simplifican al máximo sus personajes haciendo a alguno
incluso rozar el ridículo y la absoluta inverosimilitud. Está claro que la
propia historia es de un maniqueísmo absoluto, pero este guión lo subraya de
tal forma que implica la nula evolución de personajes y relaciones a la par que
anula cualquier claroscuro en su trasfondo. ¿Consecuencia? Muere la emoción y
sólo queda el espectáculo consiguiendo entretener pero no convencer y mucho
menos apasionar.
En conclusión, una película que ha tratado de traer al hoy la grandiosidad de las películas del ayer sin éxito. Un estupendo envoltorio visual, montaña rusa de entretenimiento que brilla en la ambientación pero que carece de alma y emoción. Para pasar el rato y, lamentablemente, pronto olvidar.
Enoch.
Trailer:
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