sábado, 30 de noviembre de 2019

El Faro - Robert Eggers

Título original: The Lighthouse

Año: 2019
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos

Dirección: Robert Eggers
Guion: Robert Eggers, Max Eggers
Música: Mark Korven
Fotografía: Jarin Blaschke (B&W)

Reparto: Willem Dafoe, Robert Pattinson

Productora: New Regency Pictures / RT Features. Distribuida por A24

Una isla inhóspita, alejada de todo, presa del azote de los salvajes elementos. Allí llegará un joven farero que se unirá al que ya allí habita para cuidar del lugar, de la luz que avisa a los navegantes del peligro. Los dos hombres se enfrentarán allí, juntos, a la noche eterna, a la naturaleza cruel, al azote de la despiadada soledad, poniendo en juego su propia cordura. 

Robert Eggers, tras haber dirigido la maravillosa "The Witch" y poner el listón a altísimo nivel, nos regala un segundo largometraje con un sello tan personal y un genio tan particular que lejos de decepcionar lo eleva al Olimpo de los directores de género por su excelente buen hacer. 

Muchas son las virtudes de esta película, pero comenzaremos por una de las más llamativas, la desgarrada, física e impactante interpretación de sus dos actores. Willem Dafoe explora su lado más oscuro con impactantes resultados y Robert Pattinson rompe toda idea preconcebida que pudiéramos tener sobre él para par forma a un papel tan potente como arriesgado del que sale más que airoso afirmándose como una actor a tener en cuenta. 


Atendiendo a lo formal, el film es una oscura obra de arte, siempre latiendo al son de unos sonidos saturados, atronadores, que filtran la atmósfera del relato bajo la piel del espectador. Su milimetrada fotografía en crudo y emocional blanco y negro y la perspectiva de una cámara que sabe moverse en esa deriva que nos lleva de la realidad a la ficción, de lo real a lo onírico, nos regalan cuadros de verdadera pesadilla, tan terroríficos como hipnóticos. Encontraremos en sus planos diversos homenajes al cine más clásico, a pasajes de la literatura de horror más arraigada... pero todo ello sin perder un ápice de su sello propio.

Su narrativa, en absoluto fácil ni lineal, atrapa con lo que cuenta y con lo que oculta, golpeando a la audiencia con unos diálogos potentes, unos silencios donde las voz interior grita aún más,  y una concatenación de acontecimientos que, poco a poco, da forma a la más febril pesadilla. Los efectos del aislamiento, de la culpa, del miedo... todo ello va tejiendo un viaje a los infiernos de la locura que no nos permite apartar la mirada ni la atención.  

Con todo ello estamos ante una película atípica, artística, valiente y arriesgada. Un ejercicio de gran cine, quizás no para todos los públicos, pero que merece la pena por la experiencia física y sensorial que propone. 


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