“The Casanova
Variations” es un film peculiar, inspirado en la obra “La Historia de Mi Vida”
de Giacomo Casanova. La película mezcla una recreación cinematográfica de
ficción de dichas memorias, entretejiéndola con su representación teatral
aderezada con arias de Mozart y Lorenzo da Ponte y, finalmente, con las
aportaciones de los actores de carne y hueso que dan vida a los personajes.
Desde estas tres perspectivas nos acercaremos al Casanova más humano,
conoceremos su entorno, sus obsesiones y sus más profundos miedos.
Michael Sturminger dirige este arriesgado a la par que
artístico proyecto cinematográfico de sorprendentes formas. Para ello organiza
las distintas capas narrativas mediante un guión cuya autoría comparte con
Markus Schleinzer, que las concatena, las superpone, consiguiendo un cocktail
de metacine, ópera, teatro, ficción y documental.
Un conocido rostro y una voz serán hilo conductor de este
laberinto de artes, John Malkovich, que encarnará a Casanova en todas sus
disciplinas y es nexo de unión de todas las partes de la película dotando al
conjunto de un carisma y picardía que sólo él podía proporcionarle. Dado el
formato de la obra, es loable su interpretación por la versatilidad necesaria
para acometerla con éxito, y él, una vez más, lo consigue. Al lado de Casanova,
una galería de secundarios que, a excepción de Veronica Ferres, su compañera de
viaje teatral, quedan relegados a poco más que extras o figurantes, artístico
relleno eclipsado por las principales estrellas de la función.
En lo técnico no hay queja alguna, pues el film no
escatima lujo en su presentación, escenografía, vestuario… voluptuosas formas y
colores decorarán el viaje del seductor y sus damas dentro y fuera del
escenario.
Es con todo ello la película un festín para los sentidos,
un recital artístico que con su música, su puesta en escena y el buen hacer de
sus actores, deleita. Mas un gran “pero” planea sobre ella, y es una
innecesariamente dilatada duración. Si bien la primera mitad del film
sorprende, asombra y es un dulce exquisito para miradas y oídos amantes del
arte, tras el relajo de un interludio donde el señor Malkovich consigue sacar
no sólo aplausos, sino carcajadas con sus afiladas ocurrencias, el segundo acto
no guarda ases en su manga, pretende triunfar repitiendo formato mas logra que
el placer se torne tedio dejando así, una vez cae el telón, una agridulce
sensación.
Una película para disfrutar de algo diferente, creativo e
intenso, pero plato para degustar en una única ocasión y no quedar con ganas de
repetir. Inteligente a la par que excesiva. Un experimento de cine altamente
interesante pero restringido a paladares amantes del riesgo.
Enoch
Trailer:
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