Valoración: 8/10
A estas alturas a ningún cinéfilo que se precie le tiembla el pulso a la hora de calificar al cine de Corea del Sur como uno de los más líricos -si no el que más- del panorama internacional. Directores como Kim Ki-duk, Bong Joon-ho o Park Chan-wook han demostrado ser verdaderos poetas de la imagen, capaces de convertir en belleza lo terrible a través de su cámara. Poetry, la nueva propuesta del prometedor Chang-dong Lee es bastante menos extrema que las de sus citados compatriotas, pero no por ello se aleja de su ilustre estela.
El film nos presenta a Mija, una sexagenaria dedicada en cuerpo y alma al cuidado de su insoportable nieto. Cuando este es acusado de una violación que ha llevado a una joven al suicidio la anciana comenzará a ver la vida con otros ojos. Si de unos elementos similares -el familiar malvado, la vejez, el olvido- Bong Joon-ho se sacaba de la manga un magnífico thriller con Mother, para Chang-dong Lee el drama llega a través de una exposición pausada, desprovista de sentimentalismo pero increíblemente conmovedora gracias a un verdadero recital de sutileza y buen cine.
La película nos habla de una dignidad que planta cara sin victoria posible no solo a las atrocidades del nieto, sino también a una sociedad corrupta y cínica, esa mafia de padres y profesores incapaz de mostrar un atisbo de sentimiento, un aferrarse a la vida y a la memoria -aunque sea incómoda- frente a la deshumanización del mundo. No es la única lectura del film, pues Poetry aborda en sus diálogos (los foráneos nos perdemos todas las sutilezas de los recitales) algunas de las cuestiones que más han preocupado a la dialéctica poética moderna y muy especialmente a la poesía hispanoamericana, temas como la originalidad del creacionismo o la discusión en torno al poema entendido como espejo y exorcismo de nuestros miedos y esperanzas.
Poetry crece gracias al intachable trabajo de la veterana actriz Jeong-hee Yoon, que con más de trescientas películas a sus espaldas firma aquí una grandiosa interpretación protagonista después de dieciséis años alejada de las cámaras. Ni que decir tiene que la fotografía del film nos depara grandes momentos. Aunque los actores se llevan gran parte del protagonismo, la cámara también nos regala algunas escenas de belleza contemplativa como el largo plano del río que abre el film, contrapuesto a ese precioso final, el poema que recita primero la anciana y enlaza con la niña, la personificación del dolor ajeno en una mirada inquisitiva a cámara como la de Antoine Doinel en Los 400 golpes de Truffaut.
Siguiendo la estela de otros realizadores asiáticos como Hirokazu Koreeda, la película de Chang-dong Lee es ante todo un trabajo presidido por una sensibilidad narrativa excepcional tanto a la hora de filmar como de escribir una historia. Lástima que el premio que obtuvo el guión en Cannes no viniera acompañado de otro a la mejor actriz, algo que el director ya consiguió hace unos años con Secret Sunshine. En definitiva, un soberbio film al que solo se le puede achacar una duración algo excesiva, incluso para los estándares del cine asiático. Poetry es, en efecto, una verdadera reivindicación del cine como vehículo de creación poética.
- Keichi -
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