miércoles, 7 de septiembre de 2011

El Gran Vázquez

Valoración 8/10


Seguramente el nombre de Manuel Vázquez no significará nada para los no iniciados en el mundillo del tebeo nacional, sobre todo si además son jóvenes. Pero si decimos que este señor fue el padre de historietas tan recordadas como las de las hermanas Gilda, la familia Cebolleta o Anacleto, agente secreto, la cosa cambia. Lo cierto es que la vida privada del dibujante superó con creces a la de sus personajes. Es precisamente esto lo que se ha propuesto contarnos el director Óscar Aibar (La máquina de bailar) en este atípico biopic ambientado en la Barcelona de los años sesenta.

Aunque exagerado para la ocasión, el Vázquez que nos presenta la película no se distancia demasiado del real, un hombre que vivía al día, eterno moroso, mujeriego, crápula y orgulloso de sus timos. Pero esta biografía del engaño no renuncia al retrato nostálgico de una generación de dibujantes, la de Bruguera, una industria e incluso una forma de entender el comic hoy desaparecidas. Por eso se le perdona que no profundice por ejemplo en la obra erótica de Vázquez, esa que en última instancia le llevó a vengarse de quienes le habían robado a sus personajes haciéndolos protagonizar una orgía de sexo en las páginas de un fanzine.

Aibar opta por sumergir el contexto histórico en una estética de tebeo muy parecida a la que utilizara Javier Fesser en La gran aventura de Mortadelo y Filemón. El estupendo trabajo de localización, la música de fanfarria de Nacho Mastretta y la fotografía de Mario Montero dan como resultado una atmosfera luminosa, surrealista, casi teatral, perfecta para ambientar esa España de los Celtas, los burdeles y la picaresca pero también del yugo y las flechas, la represión o los burócratas. Como un medio de escape a esa realizad, algunas vivencias del protagonista al más puro slpackstick parecen directamente extraídas de las viñetas, cuando no se transmutan directamente en ellas.

Aunque el papel de Vázquez parezca creado ex profeso para Santiago Segura, este se esfuerza por escapar a la sombra de Torrente. Lo consigue gracias a una interpretación mesuradamente contenida, tanto que muchos no sabrán apreciarla en su justa medida. También convence su compañera de reparto Mercé Llorens pero los que brillan con luz propia son los secundarios, la fantástica pareja formada por Álex Angulo y Enrique Villén o la emotiva aparición de Manolo Solo transmutado en Ibáñez. Incluso la intervención Jesús Guzmán viene a defender la vocación de referencia, a una casta de actores y una comedia nacional sustituida hoy por caspa de la mala.

El gran Vázquez funciona mucho mejor en su retrato de la primigenia industria del cómic español que como radiografía de su protagonista, una caricatura más que un retrato. Es una elección válida por lo sentimental del asunto, pero uno se queda con la sensación de que en manos de un director más dotado la vida de Vázquez hubiese podido dar mucho más de si, más allá de la tragocimedia. Ello no desmerece el mérito de esta producción francamente diferente que probablemente pasará desapercibida para muchos espectadores. Sería una lástima porque aunque el resultado sea un tanto irregular es una dignísima película.

- Keichi - 

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