Valoración: 9/10
David Mackenzie dirige este original film, coproducido
por Alemania, Dinamarca y Gran Bretaña, siguiendo el guión de Kim Fupz Aakeson.
Una visión innovadora y emocional de un mundo postapocalíptico que sustituye
efectos especiales por sentimientos.
Su planteamiento y la calidad final del producto le han reportado
diversos reconocimientos por la industria, además de permitido participar en la
59 edición del Festival de Cine de San Sebastián, dentro de la sección de cine
culinario y de cuyas proyecciones la audiencia salió con más que un buen sabor
de boca.
“Perfect Sense” nos narra una extraña epidemia que
provoca que la humanidad, en total sincronía, vaya perdiendo, una a una, sus
capacidades sensoriales. La vista, el gusto, el oído… todo va desapareciendo,
poniendo a prueba la capacidad de adaptación de cada hombre y mujer, en un
mundo que cambia al ritmo mismo de la epidemia. En tal torbellino los dos
personajes protagonistas entran en contacto. Él, Michael (un chef) y ella,
Susan (Eva Green), una científica que investiga el virus en cuestión , están
condenados a enamorarse en una época en la que todo es pérdida…
La cuidadosa elección de los prismas desde los que se
narra la historia, por un lado la analítica y fría ciencia y por otro la
ductilidad del restaurante donde Michael trabaja, que trata de adaptarse a un
nuevo mundo cada vez que sus clientes pierden un sentido, tejen un hilo
argumental aderezado con una historia de amor imposible en un mundo imposible
donde lo factible no está fuera de lugar cuando la voluntad está más allá de lo
físico y empírico.
El elenco protagonista, tanto McGregor como Green, así
como la galería de secundarios (destacando a Stephen Dillane y
Connie Nielsen, entre otros) están más
que correctos y saben transmitir, al servicio del guión, el drama que viven en
esta espiral de pérdida y llegar hasta la audiencia empatizando con su
desgracia.
La película puede sentirse austera, puede sentirse
sombría, pero los recursos elegidos para transmitir el camino a la nada son,
además de sutiles, altamente efectivos, originales y atractivos, hipnóticos
incluso convirtiendo ese apocalipsis no sólo en una experiencia sensorial para
sus protagonistas, sino para todos aquellos que visitan su historia en las
salas de cine.
Interesante por lo que cuenta, apasionante por cómo lo
cuenta. Una pequeña gran joya del celuloide. Altamente recomendable.
-Enoch-
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