viernes, 19 de agosto de 2011

Evan (II)

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CAPITULO 2

A nuestro alrededor el tiempo se vuelve silencio, no existe nada para mí excepto el desbocado latido de su corazón, y mi codicioso anhelo por tenerla desnuda bajo mi cuerpo, rendida a mi embrujo mientras acoge con frenesí cada una de mis embestidas…

Una palabra martillea insistente en mi cerebro diluyendo bruscamente tan encendida visión... DEBER…
Abro los ojos al tiempo que me separo lentamente de la cárcel de sus labios...
- Será mejor que te lleve al hospital... Marissa te necesita -Ella asiente, con la mirada añorada y la energía de nuestros besos crepitando todavía en el aire...-

Conduzco en silencio avenida abajo hacia el St. Francis, el ceño fruncido y la frustración de mi condena desgarrándome por dentro...

Aparco en la entrada de urgencias y sin siquiera atreverme a mirarla le susurro un “nunca te olvidaré”... Noto su dubitativa mirada clavada en mí... murmura un “gracias por todo” al salir y, renunciando a la idea de permitir que su mente me recuerde mañana, borro todo rastro de mi en su memoria... antes que acabe un -¿volveré a verte?- Arranco a toda prisa alejándome del lugar.. Dejándola meneando la cabeza sin conseguir entender cómo ha llegado allí... La veo desaparecer turbada a por su amiga...

Mis brazos se tensan aferrando el volante hasta enrojecer mis nudillos, la ira corre por mis venas como lava encendiéndome, provocándome, atormentándome... voy a despedazar a ese jodido chupasangre.. Sus alaridos se oirán de aquí al infierno, suplicará su muerte desesperado y no se la voy a dar... no hasta que el recuerdo de Jane haya desaparecido...

Llego a la granja en 15 min., todo un record teniendo en cuenta que está a 45... Pero a alguien que no puede morir, que le importa tener un puto accidente... dios sabe que ya lo he intentado...

Jane, Jane, Jane... ¿pero qué coño me pasa? Mañana seguiré aquí y ella vivirá su vida humana sin saber siquiera que existo...

Cierro de un portazo dirigiéndome furibundo al sótano... encadenado y amordazado, sus ojos sin vida me miran alarmados...
-no tendré piedad de ti- le gruño mientras me acerco lentamente...

Me abandono a mis sentidos permitiendo que por una vez la bestia que hay en mí tome el control, con la macabra esperanza que su dolor mitigue el mío y que quizás mañana me sienta mejor sabiendo que otro de estos monstruos ha desaparecido del mapa... ni siquiera quiero sacarle información.. Tan solo matarlo y, poder así arrancar de mí el recuerdo de sus ojos esmeralda y el dulce sabor de su boca grabado en mi corazón.

Obviamente no es así... Grita como un cerdo cuando las tenazas aprisionan sus colmillos...
 – te gustó su sabor??Te gustó?? -Su boca se llena de sangre... – un lechal aguanta mas estoico que tu, engendro!- Le escupo despectivo.

Le desato... pero aunque pudiera defenderse, el final ya está escrito esta noche... una lucha desigual que acaba con mi bota estrellándose contra su cráneo y su torturado cuerpo golpeando el suelo... Lo miro unos instantes antes de clavarle una daga en el corazón... no soy mejor que él... se consume en un estallido de luz al tiempo que se consume también mi ira... aun sin hallar la paz que esperaba recuperar con su muerte..

Se intuye el púrpura naciendo en el horizonte y un hormigueo recorre mi cuerpo a modo de advertencia.... suspiro... sigo siendo un esclavo... perpetuo siervo de la oscuridad... Si como en las leyendas pudiera ofrecerle mi vida al sol, moriría ahora mismo exponiéndome a él... pero estoy maldito hasta para eso...

Un escalofrió recorre mi cuerpo al recordar el indescriptible dolor de los rayos sobre mi piel, quemándome por dentro como ácido… Una hora soporté la tortura, hasta que la cruda realidad me hizo retroceder hacia las sombras. El sol no puede matarme…un puto vampiro estalla en 10 segundos… pero yo no puedo morir... debería alegrarme?.. Qué ironía…
Me largo del mugriento sitio añorando mi cama...con la mente exhausta y el nombre de Jane escapándose de mis labios en un murmullo.

- “Jane…” -me tiro en la cama sin siquiera desvestirme...-  El sueño me lleva...


- Sikeray - 

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